Sueño con ser cajero

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"¿Vos siempre soñaste con ser cajero?", me pregunta una nena de unos seis o siete años, rubia, con un vestido impecable, agarrada a la mano de su papá. Ella, desde su inocencia, me lanzó una bomba molotov. El padre, por supuesto, hubiese preferido meter su cabeza en un agujero, cómo hacen las avestruces. Yo también. El famoso "trágame tierra". Pero lejos de tragarme, me tiro una piedra a la cabeza que por poco me noquea.

"Vos siempre soñaste con ser cajero?". Hubiese preferido que me atropelle un colectivo.

¿Qué le iba a decir?, desde que tenía 5 años y jugaba al supermercado con mis amigos del jardín había soñado con ser cajero. Quizá así me creía y seguía pensando que los sueños se cumplen. Que un día no viene una madre o una tía y te dice que dejes de perder el tiempo en la pelotudez que vos pensabas era tu vocación, y eso te cachetea más fuerte que la realidad.
Peor aún, ¿en qué momento había creído que mi sueño era ser cajero?. Supongo que en algún punto de mi infancia entendí que ser astronauta o un baterista famoso no iba a funcionar, que tenía que hacer algo de verdad, como no encontré algo mejor, y porque fue el sueño más fácil de cumplir, pronto terminé como cajero en una librería, ni siquiera un supermercado. Casi cumplí mi sueño.

Es así, el sueño tiene el tamaño de la voluntad de la persona. Resulta que mi voluntad estaba pinchada, como esas mangueras viejas. Creo que la pinchó mi mamá antes de dejarnos, como una buena manera de que me quede en el molde, o de que no me vaya tan lejos.

¿En qué momento uno deja que alguien se acerque y te pinche la voluntad? Vienen despacito, con un alfiler, a pincharte el globo. Después quedás desinflado, del tamaño necesario solo para ser cajero.

Es increíble que una nena desde su estatura haya logrado en pocas palabras cortarme la manguera y tirarla en pedazos por diferentes puntos de la ciudad.

"¿ Siempre dice todo lo que piensa?", le contesté a ella aunque miraba al padre, no tenía la valentía de mirarla. Fue lo más amable que pude decir.

" Disculpá", me contestó y se llevó a la nena de su mano, que aún me miraba cuando cruzaba la puerta del negocio. De seguro todavía preguntándose qué clase de persona sueña desde chico con ser cajero, o en qué momento los sueños de uno se vuelven tan tímidos y escurridizos que toda la ambición de uno cae en ser cajero de una librería, todo gracias a que de chico jugaba con sus amigos al supermercado y le gustaba ser el que cobraba.

Hoy me voy a ir a dormir, si es que logro pegar un ojo, con una bomba prendida en la mano, pensando en mamá, en la manguera pinchada del patio, en dónde dejé perdida mi voluntad y, con un poco de suerte, quizá sueñe con ser astronauta o un baterista famoso.

Las historias estan ahi afuera.Where stories live. Discover now