Prólogo.

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—¡YA NO PUEDO MÁS!—gritó para luego desplomarse en el suelo.

Los chicos me miraban aterrorizados, pero lo que más me duele, es que veo decepción en sus ojos.

Michelle corre a abrazarlo, y cuando levanta la cabeza, puedo ver cómo por sus mejillas caen lágrimas desoladas.

—He hecho de todo para que estés bien...—mi corazón se está rompiendo en mil pedazos.—Me he olvidado de amarme por amarte a ti, te di más de lo que podía, hice hasta lo imposible por estar a tu lado otra vez...—me miró fijamente.—Te he dado tanto amor que no supiste que hacer con él...

Quiero levantarme y abrazarlo, decirle que lo amo, pedirle perdón, decirle que nunca había tenido las cosas tan claras como ahora, pero no puedo, el remedio está haciendo su trabajo.

La hermosa rubia se acerca hasta mi y me dice que no me mueva.

Y es entonces cuando la puerta se abre.

Puedo observar cómo un señor que se me hace increíblemente conocido se acerca hasta Nick, la rubia se para y él se arrodilla y lo abraza.

—Nicholas...—le dice el Señor.—Mírame.

—¿Qué ha-haces a-aquí?—tartamudeó Nick.

—Sé que no debería estar aquí, pero sé que si no estoy aquí, tú terminaras enloqueciendo, y eso es lo que menos quiero.—Nick se aferró más a los brazos de aquel hombre.

Fue en ese momento que la puerta se abrió con una brutalidad impresionante, todos miramos fijamente el lugar en donde se encontraba parado Alex.

Sus ojos celestes estaban cristalizados.

—¿Cómo pudiste?—preguntó hacia mi dirección para luego caer de rodillas.

El Señor se levantó inmediatamente y fue a abrazarlo. Nick se arrastró hasta dónde estaban ellos y se unió al abrazo, Alex levantó la cabeza y al ver que se trataba de Nick, se separó de los brazos de aquel hombre y lo abrazó con todas sus fuerzas, para luego separarse y tomar la cara de este entre sus manos.

—Hermano...y-yo lo siento.—Alex rompió en llanto.

—No tienes la culpa de nada Alex.—se volvieron a abrazar.

—Chicos, es mejor que nos vayamos de aquí.—el Señor miró a Michelle.—Ven aquí pequeña.—le extendió los brazos y ella corrió a abrazarlo.

Luego de un momento se separaron.

—Encárgate de ella.—le dijo a Ashton.

El hombre se acercó a mi, se sentó a un lado de mi cama, sus ojos cafés estaban cristalizados.

—No me conoces, no me recuerdas, sé que no puedes moverte, sé que no puedes hablar, pero si sé que puedes escucharme princesa.—su perfecto acento español me confundió.—Quiero decirte que nunca sabemos todo el daño que le hacemos a los demás, estoy decepcionado, pero sé que no lo entenderás.—me abrazó y luego depositó un beso en mi frente.—Que te recuperes pronto princesa.

Se levantó, caminó hasta dónde se encontraban  Michelle, Alex y Nick, los ayudó a levantarse y luego los cuatro salieron por la puerta.

¿QUÉ DEMONIOS ACABA DE PASAR?

Effigia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora