El cheque endosado

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Realmente estaba apurada por llegar al banco, las puertas ya estarían cerradas, pero quería encontrar a Jhon para agradecerle antes de irse.

En la mañana le habíamos entregado el cheque endosado y en moneda nacional, pero al llegar el mediodía, la crisis mostraba sus dientes y la bolsa se desplomaba sigilosamente en la Web, lejos del alcance de los simples mortales. Por suerte su amigo Jhon era algo más que eso, se las ingenió para convertir la moneda original del cheque antes del desastre, y veinticuatro horas antes de la fecha de pago. Aún tengo empleo, ¡no te mueras nunca Jhon!

Fui quien le entregó el cheque, y fui quien le recordó al jefe que lo endosara, y también fui yo quien ayer hizo el confidencial llamado al banco, después de romper la saturación del teléfono por casi dos horas.

Veinticinco, veintiséis, el nerviosismo en la calle se puede ver y respirar, la humedad del aire parece conectarnos con la locura colectiva de un atardecer adelantado, con las negras nubes que avanzan.

La oscuridad aumenta en la ruta y a lo lejos los semáforos y ese puente colgante que nunca termina.

Al comienzo no entendía el nerviosismo de Adriana, no sólo había salvado lo que para mi era una fortuna, sino que estaba incrementando la suma con cada minuto de retraso; veintisiete, veintiocho.

Las manos húmedas, y ni siquiera su Carolina Herrera y el fuerte olor a tapizado nuevo logran desplazar la sensación de pegote. Los pensamientos se mueven alocados y se disparan más rápido que el reloj, el semáforo se acerca y mi condición de lealtad no es tal, pues una decepción sonó como un despertador de tristeza, el puente parece desplomarse; veintinueve.

De pronto todo detengo, mientras trato de descifrar mi angustia, y claro, ¡claro eso es!, ¡yo la vi con Jhon salir del cuarto de huéspedes! Necesita de urgencia cruzar a ese semáforo y llegar al banco.

Tal vez necesita decirme que calle, "que fue un error", que "no es lo que parece", o tal vez que se irá con él, pero claro yo soy un simple vasallo, no estoy a la altura de comprender su desliz.

A lo mejor tendría que darme las gracias, y me daría por bien pagado.

Treinta. Las clavas suspendidas vuelven a caer en las manos del malabarista, el fuego termina el recorrido de la boca, el agua enjabonada cae en el cemento, el tiempo sigue su natural curso.

Ella seguía empecinada con dejarme en la Terminal antes de encontrarse con Jhon. ¿Acaso teme una extorsión me pregunto?

Llegamos al semáforo y ya son casi las diecisiete mientras la computadora escupe hermosa información para Adriana...treinta y uno.

Las calles hace un tiempo se venían llenando de artistas callejeros, y el semáforo en rojo fue el detonante de un furioso golpe al volante, el limpiavidrios greñudo comenzó el trabajo que debería hacer con su cuerpo, antes los histéricos gritos de Adriana negando dicho servicio. La luz del semáforo parece tiritar, y el embrague celoso hamaca el vehículo sobre la cebra, el verde apareció junto con la alarma de mi reloj y la bolilla treinta y dos en la computadora, el greñudo que no se quita y los gritos de Adriana asustan la utilitaria de mi derecha que arranca; niega la propina y avanzamos metros atrás.

El semi remolque que cruza se llevó la utilitaria hasta la rambla, Adriana vuelve a apretar el embrague y el freno ante las ruedas de la bestia que cachetea el frente, arrancándonos la defensa y en un trompo nos deja de espaldas a la tragedia.

El greñudo tira los trapos que parecen demorar enormemente en llegar al pavimento. Nos mira asombrado al vernos ilesos atados a los asientos, mientras la zorra deja la imagen de una ciudad vacía tras nosotros.

Diecisiete horas cinco minutos, Jhon termina la jornada laboral y toma su pasaporte; el puente sin colgar y sin terminar continuará igual.

Yo miro al limpiavidrios, la lluvia se desata y su trabajo termina, mi resto de culpa ya es sólo por él; los dedos vivos y la piel vampirezca, giro la cabeza para mirarla a ella, y a los ojos le digo...

_ A lo mejor es a este hombre al que habría que darle las gracias.

Pero él estaba exageradamente apurado y la lluvia; era muy intensa...

dب͑

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