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Julia estaba cada vez peor, Roma seguía sin dirigirle la palabra.

Lo peor, enterarse (gracias a Calisto) que la familia de Roma se iría de la ciudad.

Temía no volver a verla.

Intento ir a despedirse.

-Lo siento, hija - decía la casera - se fueron esta mañana.

Ahora era tarde. Roma se fue y Julia no pudo decirle cuanto la amaba.

Mi tierna chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora