Seguía pensando hasta que una
joven llamó mi atención. Estaba sola, en el patio... ¿Bailando?, ¿Sola?
Se movía perfectamente como si estuviese realmente bailando con alguien. Su pelo caía como cascada sobre sus hombros con ondas. La iluminaba la tenue luz de la luna. Estuve observándole detenidamente, sus movimientos eran tan ligeros, delicados y lentos. ¿Por qué estaría bailando sola?
El vals terminó y escuché los aplausos provenientes de adentro. Ella paró de bailar e hizo un ademán. Qué linda.
Me paré de la banca y me acerqué a ella. No se había dado cuenta, hasta que hablé.
—¿Te gusta bailar?
La chica se dio cuenta. Y aunque la luz de la luna nos iluminaba únicamente, podía ver que se ruborizó.
—S-Sí... Algo... Bien... N-No sé, si... lo hago bien...—Titubeó. Sonreí.
—Bailas muy bien—Dije. Se ruborizó más. Volví a sonreír.
—G-Gracias...
—¿Por qué bailabas sola?
—No conozco a nadie aquí—Explicó—Y aquí no hay muchas personas amigables.
Ambos reímos.
—Mi madre decía que cuando se bailaba, se hacía con el corazón. Y tú eres un gran ejemplo.
—¿Decía?—Me preguntó.
—Falleció cuando yo tenía diez...
—Lo siento mucho...
—No hay que sentirlo. Ella vivió feliz mientras pudo, y sé que donde está, debe estar más feliz aún.
—Tienes mucha razón. Mi padre también falleció. Y no, no lo sientas. Pienso lo mismo que tú.
Sonreímos y volvimos a reír. Para luego quedar en un no incómodo silencio. Era un silencio espectacular, cómodo y acogedor. La calidez de sus palabras me aliviaban del todo.
Gisselle.
Rosa Blanca. Él me había visto bailar como una loca, sola. ¡Qué vergüenza!
Sus ojos esmeralda no se distinguían mucho por la oscuridad. Pero aun así lucían verdes. Me miraba fijamente, y en cualquier momento arrancaría de aquí. No me gustaba que me mirase. O bueno, sí. Me ponía muy nerviosa, ¡muy nerviosa!
Pero... Había algo distinto en su mirada. No era la misma que hace tres días sentí. No transmitía la misma protección, calidez, misterio y picardía que antes. Ahora era también cálida, pero con más seguridad, timidez y romantisismo. ¿Por qué ahora era diferente?
Estábamos por una mínima distancia separados. Ninguno decía nada. No hacía falta. El silencio era tentador y lindo. Y mientras a nuestro fondo sonaba un vals, nosotros nos mirábamos solamente. Nuestras miradas nos delataban.
Él iba vestido con un esmoquin blanco. Quizá ahí había una pista de por qué le tenían ese afeminado pero sofisticado apodo. Sonreí de la nada. Y él también sonrió. ¿En qué estaría pensando?, ¿Se habrá dado cuenta de lo nerviosa que estaba?
Maldición.
Ni siquiera sabía su nombre. Él lucía más tímido. El otro día lucía más decidido, con personalidad. Qué confusión tenía. Pero lo único que ahora quería era estar cerca de él, porque me atrae. Sí, seguramente por lo físico. Es de esas veces que te atrae alguien por lo sorprendentemente lindo que es. Aunque de todas maneras, hay que sólo verlo para saber que es una excelente persona.
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Triángulo Amoroso | HS gemelos.
FanfictionGisselle Lynch tiene dieciocho años, y la palabra amor jamás ha pasado por su cabeza, porque no era algo que le llamase la atención. Hasta que conoce a Harry Styles, un amable, simpático y cariñoso chico de diecinueve años. Sin darse cuenta, lentame...