ya no te amo

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Decidieron que ya, todo lo que habían sentido, se esfumó.

Comenzó como un pequeño susurro entre sus besos, que cada vez eran más grises. Fue como si en su canción hubiese surgido un acorde que no encajaba. Sonaba al fondo del teatro, pero ambos podían oírlo perfectamente. Era un presentimiento que se hacía más grande con cada latido.

Aquel día era gris. Bokuto, al verle, pensó que ese jersey negro le sentaba muy bien. Keiji, al verle, no tuvo ganas de besarle (aunque lo hizo de todas formas). Kou pudo leer todo lo que quería decirle entre sus labios, pero se sentó a escucharle con la taza de café humeante entre sus manos.

Bokuto decidió mirarle. Quedarse con la imagen melancólica de Akaashi, disfrutar del derecho de besarle, esa sensación de pintor que le producía acariciarle. Unos segundos más y aquello habría acabado, así que miró el café, que al menos duraría más.

—Quiero terminar con lo nuestro —dijo Keiji.

Kou pensó que no dolería si había estado tanto tiempo imaginándolo, pero se equivocó. Es triste porque sólo duele, nada más. Bokuto despegó la mirada de su café y miró aquellas orbes de las que hace un tiempo estuvo tan enamorado, una mirada que antes brillaba.

Por un momento se le ocurrió preguntarle por qué. Se dio cuenta de que eso sólo le dolería más.

—Podrías habérmelo dicho por mensaje, pero gracias por el café.

kou y keijiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora