Epílogo.

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Epílogo.

La gente de la ciudad se tomó lo del repicar de campanadas en la madrugada como una especie de acto especial por la cercanía del final del Cervantino y dado que a medio mundo encantó, no pasó el hecho a mayores, aunque nadie se adjudicó el crédito de tal obra. Ese día, curiosamente, en el piso del Callejón del Beso se encontraron miles de minúsculas florecitas blancas, a manera de floral alfombra, y muchos pensaron que era otra de las tantas cosas que la gente de Guanajuato solía hacer como costumbre. Si bien Genzo y Lily sabían la verdad acerca del origen de estos sucesos, no se lo dijeron a nadie ya que en realidad nadie les hubiera creído, ni ellos mismos estaban seguros de que en realidad hubiese pasado lo que pasó.

- Entre la confusión por la división de la casa, la venta separada de la misma y la remodelación, la gente se confundió con el lugar en donde ocurrió la leyenda.- comentó Lily, mientras tomaba el desayuno en uno de los restaurantes del Jardín de la Unión junto con sus amigos japoneses.- Y como el balcón desapareció, nadie relacionó esa habitación con la leyenda.

- Eso causó entonces que la chica vagara perdida por siglos, buscando la manera de llegar con su amante.- continuó Genzo.- Quién sabe qué fue lo que la hizo pedirme ayuda a mí, con tanta gente que debió pasar por esa habitación en todo este tiempo.

- Quizás sintió en ti algo en especial.- sugirió Sanae.- Dicen que los fantasmas pueden ver el aura, quizás la chica sabía que ibas a poder ayudarla, aun cuando pensaras que la leyenda era una completa cursilería.

- Caras vemos, corazones no sabemos.- sentenció Tsubasa, a manera de burla.

- Muy gracioso.- gruñó Genzo.

- ¿Qué va a hacer tu tía con el retrato de la chica?.- preguntó entonces Misaki, tomando un sorbo de su jugo de naranja.

- Lo va a donar a uno de los museos de la ciudad.- respondió Lily.- Dice que se conforma con tener la casa, no necesita nada más.

- Ya veo.- asintió Taro.

- ¿Le contaste algo de lo sucedido?.- preguntó Sanae, con curiosidad.

- No.- negó Lily, suspirando.- Dudo mucho que se quedara callada si le contara algo asó, muy seguramente ya para la noche estaría enterado todo Guanajuato y entonces me van a tachar de loca y puede que me despidan del trabajo.

- Eso, si no te acosa la prensa.- rió Tsubasa.

- Yo sigo pensando que es puro cuento.- opinó Taro.- A mí se me hace que todo se lo inventó Wakabayashi para darte un beso. Cobarde que es, que no te lo pide de frente.

Sanae, Tsubasa, Lily y Genzo se rieron, aunque estos dos estaban algo ruborizados; ellos intercambiaron miradas muy sugerentes sin que los demás lo notaran, y una vez terminado el desayuno, Lily se disculpó y dijo que quería ir a comprar algo y que se veía con ellos después. Lily caminó un poco, miró algunas cosas en las tiendas y al final llegó al Jardín del Cantador, en donde se sentó en una banca a esperar. Al poco rato se acercó a ella un hombre alto y fornido, de cabellos negros y una gorra roja que los cubría casi por completo.

- ¿Estás lista para crear nuestra propia leyenda?.- preguntó Genzo, sonriendo, sentándose en la banca junto a Lily.

- Pensé que nunca me lo pedirías.- sonrió ella.

Genzo y Lily se abrazaron y se besaron por un largo rato, tras el cual ella se recargó contra su pecho y él la abrazó con fuerza. Sí, en Guanajuato todo podría pasar, sobre todo cuando se trataba de algo relacionado con el verdadero amor.

Besos de Leyenda [Captain Tsubasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora