1. Christina

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El sonido de mi despertador me asustó.

¡Demonios! Estaba teniendo un sueño tan bueno...hacía mucho tiempo que las fantasías sexuales no abarcaban mis noches, y es que es cierto que estaba bastante desesperada últimamente. No había echado un polvo en tantos meses que ya ni me acordaba de cómo se sentía. Aparte, me había propuesto no volver a hacerme dedos durante un mes entero, objetivo que estaba cumpliendo. Sin embargo, aquella mañana me vi obligada a romper mi promesa. ¡Tenía que terminar mi sueño, no podía dejarlo así! 

Gemí y desperté a mi perro, el cual comenzó a ladrar y me llevó de vuelta a la realidad. Si no lo dejaba ya, llegaría tarde a clase.

Frustrada, me levanté y me preparé con rapidez, nerviosa. Era mi primer día en el instituto, y no quería llegar tarde. ¡Tenía que causar buena impresión a mis nuevos alumnos!

Me retoqué el flequillo en el espejo retrovisor de mi Range Rover, y me apliqué rápida y aleatoriamente una capa de maquillaje antes de bajar del coche. Justo a tiempo. 

¿Cómo serían mis nuevos alumnos? ¿Se portarían bien conmigo?

Dudosa, avancé entre la multitud de adolescentes machitos y hormonados, reflexionando sobre el sueño que había tenido esta noche. ¿Quién sería aquella sexy muchacha con la que había intimado de una manera tan pasional? Por alguna extraña razón, se sintió tan real...

De nuevo, un estridente sonido me apartó de mis picantes pensamientos, pero esta vez no era mi despertador, sino el timbre que indicaba que era la hora. Chequeé el número del aula en mi timetable. 269, era esta.

Resoplé, haciendo que mi flequillo se despeinara debido a la repentina ráfaga de aire que había escapado de mis labios embadurnados de carmín, e introduje la llave en la cerradura. ¡Demonios! ¿Por qué no encajaba del todo la pinche llave?

Los alumnos empezaban a impacientarse, y yo a entrar en pánico. Probé con todas las llaves, pero ninguna valía. Gruñí, frustrada, y de repente sentí una fuerte patada en la espinilla.

—¡Eh, tú, puta! ¿Es esta tu llave?—Preguntó una ruda voz de mujer adoelscente a mi lado. Giré el rostro, y quedé eclipsada por tanta belleza. Pronto, la muchacha de desordenados cabellos color verde marihuana me propinó otro golpe en la misma zona. Dirigí mi mirada hacia su escote y después a su mano. ¡Era esa!

—¡Sí! Gracias, corazón.—Dije, cogiendo la llave. Sentí mis pezones erizarse al contacto con su mano;  era como si no fuese la primera vez que veía a la muchacha.

La joven bufó; era una señal de peligro. No debía demorarme más. Pero, ¿por qué tenía tanta prisa? Con rapidez, la llave penetró en la cerradura y giré la muñeca, abriendo finalmente la puerta.

Me dirigí a toda prisa a la mesa grande. Ser profesora tenía sus ventajas; la silla era mil veces más cómodas, y el escritorio era bastante amplio, con un tablón de madera debajo que me cubría hasta las rodillas, la longitud perfecta para sacarme mi silencioso y discreto vibrador con forma de pintalabios y que nadie se diese cuenta.

Posé mi trasero en la mullida silla y esperé a que los jóvenes ocupasen sus asientos, fijándome en que la chica de antes se había sentado en el fondo. Esperé unos segundos, pero los jóvenes no paraban de hablar. ¡Qué desagradables! 

Enfadada, y tratando de lucir cool para la chica sobre la cual sentía una gran curiosidad, tiré la tiza al suelo y comencé a gritar que se callasen con todas mis fuerzas. Al ver que mi imposición hizo que los jóvenes dejasen de hablar, sonreí dulce y satisfechamente. Debía tranquilizarme, si no acabaría como en mi antigua school: despedida por clavarle un punzón en el ojo a un chavo.

Saqué mi inhalador de brillantina fucsia, y me giré  para que los muchachos no me viesen. Necesitaba recobrar el aliento, pues había tenido demasiadas emociones fuertes por esa mañana. Inhalé, y pronto mi respiración volvió a tener un ritmo normal. Me giré y, ahora más segura de mi misma, le dirigí una fulminante mirada a mis alumnos.

—Muy bien, chicos, me presento. Mi nombre es Christina April, y seré vuestra nueva profesora de literatura este año.—Sonreí, luciendo simpática.

—¡A nadie le importa, puta!

Abrí mucho los ojos. Estaba realmente sorprendida ante el agresivo tono de su voz. La chava que me había dañado al entrar estaba ahí. Me miraba fijamente mientras esbozaba una sonrisa burlona. Se relamió los labios. Lucía sexy.

  —Chica, por favor... — el miedo me subía por la garganta. Me lo tragué.

  —¡Ni por favor ni hostias! —se levantó de su asiento, gritando—. ¡SOS UNA PELOTUDA! ¡VAYASE A LA MIERDA!

Toda la clase la miraba, sorprendida. Ahora, la muchacha estaba colorada. Apretaba las manos con fuerza y respiraba con intensidad. Me pregunté si tendría calor y si aceptaría que le quitase yo misma su ropa holgada.

Reuní coraje:

  —Baje al despacho del director, por favor —me acerqué a ella y, por un momento, nuestros traseros se tocaron—. Luego iré a verte — le guiñé un ojo.

Ella puso los ojos en blanco y resopló. Mi flequillo voló sobre mis ojos y se rió. Parecía más relajada, pero aún así me dolía que se enojase conmigo de esa forma. Era la alumna más sexy que había visto, no quería que hubiera mala onda entre nosotras.

  —Me bajaré encantada, señorita Cristina —me escupió en la cara, literalmente. Sonreí para mis adentros. Sabroso —. ¡NO AGUANTO MÁS A UNA CLASE LLENA DE PENDEJAS COMO USTED, FUCK! ¡PUDRASE Y DÉJEME EN PAZ!

Estalló, y le empezó a pegar patadas a todas los tablones que se interponían en su camino.

Antes de que pudiera decir algo, cerró la puerta.

"Que trasero más bonito", pensé.  


//FIN DEL PRIMER CAPÍTULO DE "ENAMORADA DE MI PROFESORA". ESPERAMOS QUE LES HAYA GUSTADO. ¿QUÉ PIENSAN QUE PASARÁ CON LAS DOS? ¿ALGUNA TEORÍA? NO SE OLVIDEN DE DAR LIKE Y COMENTAR Y RECOMIENDEN NUESTRA HISTORIA, EL APOYO NUNCA ESTÁ DE MÁS. UN BESITO, LECTORES, LES AMAMOS CON TODO NUESTRO CORAZÓN <3//

Enamorada de mi profesora (ENAMORADA DE MI... #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora