“¿Hazz?
Dios, como te odio.
Pero tambien te quiero.
Vine a acostarme al sillón, tenía calor y tú no parabas de abrazarme.
Estuve pensando en absolutamente todo, y, ugh, te odio.
Quisiera odiarte y dejarte de hablar para siempre.
Pero luego te extrañaría.
Y te odio como te quiero.
Es algo raro.
Me tienes como un demente y me hace sentir mal.
Sin embargo sólo tú puedes hacerme sentir feliz.
Quiero que seamos sólo tú y yo para siempre.
En contra de todo el mundo, empiezo a asustarme de cómo me volví algo dependiente a ti.”