6 (Primera parte)

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El pasillo quedó en un sepulcral silencio después de que los dos chicos se fueron. Hermione vio con pena la espalda de su amigo, que no se movía del lugar. Quería darle su espacio, pero en cualquier momento la cena terminaría y todos los estudiantes subirían.

Con cautela, pero determinada, se acercó a Harry y tomó su mano, tirando de él hacia el cuadro de La Señora Gorda. Harry no opuso resistencia, solo se dejo guiar, incluso cuando ella lo sentó en uno de los sillones de la Sala Común y le dijo:

—Quédate quieto, te curaré ese labio.

Aún sabiendo que el dolor de él no provenía de allí, ella hizo un elegante y bien articulado movimiento de varita y Harry sintió el conocido tirón de la piel de sus labios cerrándose. Otro movimiento y la sangre que se había deslizando hacia su mentón fue limpiada.

Hermione frunció las cejas con preocupación al ver que su amigo no decía palabra, solo estaba allí, sentado, con la mirada perdida en el fuego de la chimenea.

—Harry... —comenzó ella.

—El hechizo se terminó —musitó él, con voz desolada.

Hermione tuvo que morderse la lengua para no corregirlo y decirle que había sido una poción, no un hechizo. No era el momento. En su lugar, exhalo un suspiro y se sentó a su lado, envolviéndolo con sus brazos y apoyando su cabeza en su hombro.

—Todo estará bien, Harry. Ya lo veras.

Pero a Harry sus palabras le sonaron a promesas vacías.

***

—¿A qué te refieres con "Poción de Amor"? —preguntó Draco con voz tensa.

Se encontraban en las habitaciones. Draco estaba sentado en su cama, con sus manos entrelazadas, sus nudillos luchando por traspasar la piel. Su afilada mandíbula estaba fuertemente apretada y su mirada puesta en Blaise, quien parado frente a él, era el encargado de darle la noticia.

—Se está haciendo bastante famosa: Amor a Primera Vista —explicó Blaise con una mueca, arreglándoselas para no perder la impasibilidad ante el evidente peligro que anunciaban los ojos de Draco—. La crearon los Weasley, su efecto dura siete días según me informé.

Otro silencio pesado cayó sobre ellos. Theo, apoyado contra su propia cama, los miraba de hito en hito. Blaise a una prudente distancia. Draco pareciendo que iba a estallar como una bomba en cualquier momento. Vio con atención como sus largos dedos se clavaban en sus rodillas, en como una vena se marcaba en su pálido cuello.

—A ver si entendí —Las palabras salieron de entre sus dientes, Draco se aferraba con desesperación a su calma.—. ¿Me estás diciendo que estuve siete días actuando como un jodido enamorado?

—Sí —dijo Blaise.

—¿Con quién? —preguntó Draco, deseando que la loca posibilidad que se le cruzó por la cabeza no fuera acertada.

Blaise intercambió una mirada con Theo, fue este ultimo quien se lo dijo:

—Con Potter.

Draco se puso de pie como un resorte, toda su calma yéndose por la borda. Gruñó una maldición y se llevo las manos a la cabeza, caminando hacia el punto más alejado de la habitación y volviendo al rato hacia Blaise como si lo fuera a golpear. El moreno retrocedió un paso, una ligera sonrisa se le escapó a Theo por eso.

—¡¿Cómo diablos pasó esto?! —rugió, tomándolo del cuello de su sueter.

—No lo sé —dijo Blaise, aparentando tranquilidad mientras trataba de soltarse de su agarre. No estaba acostumbrado a los ataques al estilo muggle que al parecer se le daban a Draco últimamente.

De cuando Draco Malfoy abrió su corazón (involuntariamente). [Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora