Capítulo 1 parte 1

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Punto de vista de Grecia:

Cualquiera persona amaría despertarse con los rayos del sol atravesar las persianas, pero en mi caso eso no sucedió. Me vi despertada por el fastidioso vibrador de mi celular, que se movía sin parar por la mesita de noche al lado de mi cama. 

Aún con los ojos cerrados, extendí mi mano y pasé esta por la pantalla de mi celular pero me vi obligada a abrir los ojos ya que mi celular era táctil. Bufé a la vez que me incorporaba y daba un largo bostezo a la vez que apagaba la alarma de mi celular. Eché un vistazo a la hora y eran las 7:40pm. Había dormido toda la tarde que había pensado que ya era el siguiente día.

La brisa fría entraba por entre las persianas de mi ventana y eso me obligó a ponerme un abrigo de lana. Me puse en pie para cerrar la ventana y pude ver que entre las persianas había alguien con la cara tapada corriendo rápidamente por estas zonas. Fruncí el ceño y negué, a lo mejor estaba tan dormida que pensé que era alguien. Quizás es un gato o algo así.

Era sábado por la noche y moría de hambre. Bajé por las escaleras y me di cuenta de que había un silencio sepulcral. Ya que a estas horas Andrea y Stef se disponían a escuchar música a todo volumen y me resultó algo extraño el hecho de que ni siquiera se escuchasen sus respiraciones. Además del silencio que había, y la oscuridad estaba presente en este momento.

Abrí la nevera, tomé un vaso de leche y lo bebí. Sentí varios pasos que venían hacía a mí y…

- ¡BÚ! 

Grité del susto a la vez que el vaso de leche se caía haciendo un estruendoso ruido en el lugar, me volteé y vi a Zarahi riendo a carcajadas.

- ¿Te asustaste? – preguntó Zarahi aún entre risas al ver mi mueca de espanto.

Abrí los ojos como platos.

- ¡NOOO! ¡Salté de la emoción! – dije con ironía.

- A bueno, relájate no es para tanto – esbozó una sonrisa e intentó calmarme.

En eso alguien pone su mano en mi hombro y yo salto del susto, otra vez.

- Como que hoy es el día de… ¡Ven y asusta a Grecia! – volqueé los ojos, mientras Zarahi seguía riéndose de la mueca que hice.

Bufé y me di cuenta que Andrea era la que me había asustado por segunda vez.

- ¿Qué sucede? – preguntó Andrea mirando el charco de leche en el suelo.

- La asuste y ella le dio un patatús – dijo esta, reprimiendo una carcajada por mi mirada de “Te ríes y te mato”.

- Si son infantiles ustedes dos – Andrea rió pero la risa se desvaneció una vez que la miré con mi mala cara.

Andrea levantó los brazos en forma de paz, se acercó a la nevera para buscar comida y dijo: - No hay nada que comer – dijo cerrando está detrás de sí -  Vayan ustedes dos a ordenar una pizza, yo me encargaré de limpiar este desastre y de levantar a las dos flojas que sé quedaron dormidas por la película “Buscando a Nemo”.

- Que flojera – dijo Zarahi con fastidio y se fue al living mientras se tumbaba en el sofá – Grecia anda tú por mí ¡por fis! – Lloriqueó y bufé – Anda, sé buena amiga.

Me di por vencida y acepté.

- De acuerdo – dije caminando a zancadas hasta mi habitación escaleras arriba. 

Entré al baño, me desvestí y entré a la ducha. Mi cuerpo se mojó completamente mientras me estremecía por lo frío que estaba el agua.

Siempre me preguntaba cuando Zarahi dejará su flojera, ¡oh vamos! El restaurant de pizzas no quedaba tan lejos, así que no me preocupaba por agarrar un bus o quizás un taxi. Pero tampoco quería ir sola, pero así era vivir con cuatro retrasadas en una sola casa. Aún me acordaba de la loca idea de Mary en primaria, era que al salir de la secundaria viviéramos todas en una casa. 

Five GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora