Feliz Cumpleaños Mugiwara-ya

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Especial:Cumpleaños de Luffy

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Especial:
Cumpleaños de Luffy.

Era mi cumpleaños y estaba sólo, era poco más de media noche y estaba sólo. Mi cumpleaños apenas y empezaba, pero no había nadie junto a mí para celebrarlo. Pero era porque yo quería estar solo. No quería ver a mis hermanos, pues no me encontraba en condiciones para eso, y mucho menos quería ver a Torao, con quien cada vez que nos vemos peleamos.
  Estaba harto de eso, estaba harto de pelar con él por culpa de esa mujer. Pero Torao ya había tomado su decisión, había escogido a esa maldita, y por una parte no lo culpaba. Esa bastarda iba a darle un hijo a Torao y yo no podía hacer nada para evitarlo.
—¿Cómo hago para sacarte de mi cabeza… como hago para arrancarte de mi corazón? — me recrimine mientras cerraba con fuerza mis ojos y tomaba mi cabeza y la ocultaba entre mis rodillas.
Pues me encontraba en el apartamento que Cora me facilitaba, y miraba la ciudad a través de la ventana que había un poco mas allá de mi cama.
Me levanté, me di un baño, me vestí y salí a un bar.
Sabía que no debía haber dejado el apartamento, pues me había sentido muy mal estos días y seguramente era una gripe. Pero al menos tenía que celebrar mi cumpleaños, aunque estuviese solo.
   Fui a un bar en particular, al que solía ir con Torao. Pues siempre había buen ambiente allí. Aunque esta era la primera vez que venía solo a este lugar, las veces anteriores era Law quien me traía con él. Y no era para menos, aunque era un ligar para divertirse, no faltaba aquel que trataba de pasarse del límite.
    Me senté a la barra y comencé a beber. Vaya, sólo en mi cumpleaños, y bebiendo en el bar en que solía venir con el hombre al que tanto amo.
    Decidí que ya no quería estar en la barra, así que tome la botella y me fui a una de las mesas, y me quede observando como todos se divertían. Todos menos yo, y en mi cumpleaños.
  De pronto comencé a sentir mucho calor. Apenas y llevaba unas cuantas copas y ya estaba sintiéndome bastante mal. En verdad ni siquiera sé porque estoy haciéndolo, siendo que jamás he sido bueno bebiendo. ¿será que quiero ahogar mis penas? ¿será que quiero ahogar mi rabia? ¿Será que quiero olvidar a Torao y ya no sufrir más por él?
Llevé mi mano hasta mi cara y la cubrí, mientras sujetaba con fuerza el vaso en mi mano libre.
Hubo un lapso en que el silencio invadió el bar y levante mi vista para ver qué pasaba con la música. Pero justo por la puerta de entrada, aparecía Torao, también estaba sólo o eso me dio a entender cuando lo vi entrar.
   Tomé la botella y me metí bajo la mesa. Por ningún motivo quería que me viera, por otro lado, estaba empezando a sentirme realmente mal. Y lentamente salí de debajo de la mesa y empecé a esconderme entre la gente que abarrotaba el lugar. Pude ver que el barman le indicaba mi mesa.
Seguro que este le estaba comentando de mi presencia en este lugar. Y parecía que estaba en lo cierto, pues pronto lo vi que buscaba algo, o más bien a alguien.
    La música empezó a sonar otra vez, oportunidad que aproveche para ir hasta los baños, allí me quedé un momento para pensar cómo salir del bar sin que Torao me viera.
—Feliz Cumpleaños— me dije mientras me apoyaba en la pared, y levantaba la botella con el licor frente a mis ojos.
Me quede un buen rato ahí, y hasta baje el contenido de la botella hasta poco más de la mitad, luego me levante para regresar al bar.
Torao seguía ahí solo bebiendo.
   Miré todo el lugar, y en una de las mesas, vi a la secretaria de Sabo, parecía divertirse con unas amigas. Me agrada esa mujer, es graciosa. Aparte mi vista de ellas para ir otra vez con Torao. Al menos ahora podía mirarlo sin tener que fingir.
     De pronto un hombre se me acerco.
—¿Quieres bailar? — me dijo, y yo estando en un estado de ebriedad como jamás creí que estaría, acepte.
Lo acompañé hasta la pista de baile, donde empezó a sonar un tema muy movido, pues el bar al que había ido era un tanto extravagante, aquí, había de todo y para todos los gustos, así como podía haber dos hombres bailando, también se aplicaba lo mismo a las mujeres, aunque en ellas eso era totalmente normal.
   De pronto aquel hombre, tomo mi cintura, no lo niego me asuste, la única vez que un hombre me había tomado así había sido Law, para evitar un accidente menor, pero no por eso dejo de ser intenso el toque de sus frías y enormes manos en mí.
Nos pusimos a platicar mientras bailábamos, la botella y el vaso estaban entre nosotros, me dijo que su apellido era Smoker. Me dijo también que estaba soltero, cosa que a mí me tenía sin cuidado, solo había un hombre que acaparaba toda mi atención incluso cuando estaba viéndome.
Pero el recordar que, por culpa de esa maldita, Torao y yo peleábamos, la rabia volvía a mí.
Bebí de un sorbo el contenido de la botella, pero al hacerlo me dolió la garganta y todo me dio vueltas.
Pude ver de reojo y sin que Torao supiera que estaba allí, que miraba en nuestra dirección y entonces me acerqué a ese hombre para bailar. Lo hacía con soltura y podía ver que Torao parecía molesto. ¿Eran celos?  No, Torao no sentiría celos de otro hombre. Me puse de espaldas a él para seguir bailando y ese hombre, sujeto mi cadera al tiempo que seguía bailando. Le quité el vaso con el licor que había allí y lo bebí también de un trago.
  De pronto me vi en los brazos de ese hombre de cabello platinado y que llevaba un puro en su boca.
Algo me decía, no sé qué, pues no pude entender, mi cabeza daba vueltas y solo tenía ganas de vomitar.
Solo pude ver una sonrisa un tanto macabra en el rostro de ese sujeto, y de pronto lo vi que miraba en dirección a alguna parte, miré como pude también en esa dirección, estaba mirando a la barra, a Torao, y de pronto vi que aquel hombre quitaba su puro de su boca, solo para besar la mía.
   Estaba sintiendo asco, pues el hombre estaba introduciendo su lengua en mi boca y podía sentir el tabaco en esta.
   La música a mi alrededor solo se volvió en sonidos sin sentidos. Intente apartarlo, no quería que me besara, yo quería que Torao besara mi boca y no este hombre.
   Intente quitarlo, apartarlo de mí, pero este estaba sujetando mis manos con mucha fuerza. Me sentía débil y estaba faltándome el aire, este hombre no me dejaba respirar y de pronto, todo quedó a oscuras.
  Cuando desperté, no reconocí el lugar, pero estaba en una cómoda cama. La luz de las farolas de la calle y la ciudad me daban en la cara. Me senté y llevé mi mano hasta mi cara, pues la sentía arder y mi estómago parecía que lo hubiese llenado con piedras.
  Sin embargo, la Luz de la ciudad, era interrumpida por la sombra de alguien. Me asuste. Pensé que aquel extraño me había llevado a su casa y espantado note que ya no llevaba mi ropa, sino un short.
   Miré la habitación en busca de algo que me indicara donde estaba, hasta que vi el reloj de mesa junto a la cama.
3:50 am.
   Poco a poco empecé a reconocer la habitación en la que estaba y también reconocí el pantalón que llevaba.
    El día de mi cumpleaños apenas y empezaba y no tenía idea de cómo había llegado hasta el apartamento de Torao.
   Llevé mis manos a mi cabeza, pues dolía horrible, y las ganas de vomitar regresaban.
Entonces, la silueta frente a la ventana era…
Lo vi salir de la habitación, y pasado unos minutos regresó con dos tazas humeantes. Se sentó junto a mi mientras me daba la taza con café. Ya entendía porque la traía. No quise aceptarla. Seguía dolido con él por tratarme así, dolía que me dejara cuando esa maldita lo llamaba. No hubiera importado que de vez en cuando lo llama y estuviese conmigo, pero esa bastarda lo hacía a consciencia y siempre que Torao se reunía conmigo.
—Quiero irme…— dije, no podía tenerlo cerca, no podía porque mi mente solo pensaba en tantas cosas que quería que me hiciera…
Empecé a mover mis piernas nervioso, imitando el aleteo de una mariposa. ¿Porqué? ¿Por qué cada vez que tenía a Torao cerca sentía estos incontrolables deseos de llorar?
  No lo reprimí, dejé que mis lagrimas cayeran. No era justo. ¿Por qué tenía que traerme a su apartamento?
No decía nada, solo dejó ambas tazas en la mesa de luz, y pude ver que solo llevaba su pantalón su torso estaba completamente desnudo.
—Quiero irme…— repetí y esta vez escondí mi rostro entre mis piernas mientras estas eran rodeadas por mis brazos.
—Mírame— le oí decir — por favor mírame—
   Lo sentí tomar mi mano y entrelazo sus dedos con los míos.
Levanté mi mirada al notar ese gesto, quise soltarme, pero Torao se aseguró de no permitirlo.
Lo vi que se acomodó en la cama y se quedó mirándome.
Aprovechando un descuido de Torao me solté y me levanté de la cama, pero al hacerlo caí al suelo lugar donde me quedé boca abajo y llorando. Pero los fuertes brazos de Torao me levantaban para luego abrazarme.
—Ya no me lastimes… ya no puedo con esto…— lloré.
Pero Torao se apartó de mí y me obligo a mirarlo una vez más. Mi corazón estaba desbocado de tanto que latía. Lo hacía con tanta fuerza que pensé que se saldría de mi pecho, incluso este parecía que se movía a causa de esos latidos.
La fría mano de Torao luego fue hasta aquel punto en que golpeaba con violencia mi corazón. Hice lo mismo y deje mi mano sobre la de él, y con su otra mano levanto mi mentón, para luego acercar su boca a la mía.
—No quiero que bailes con otros hombres… quiero que bailes solo para mí…—
Cuanto había soñado con esto, cuantas veces desee que esto pasara y ahora estaba siendo una realidad.
Se apartó de mí solo unos centímetros, pero yo iba detrás de su boca, y al darme cuenta de eso me detuve en seco.
Me ayudo a levantarme y me dejo en la cama otra vez. Luego fue por una pequeña caja que había en una silla al final de la cama. La que abrió y saco el contenido de ella. Era un pastel de cumpleaños.
La llevo hasta la mesita de noche donde hizo lugar tras mover las tazas de café que habían quedado servidas.
  No hacía falta la luz de la habitación, pues las farolas de la calle iluminaban lo necesario.
Torao metió uno de sus dedos en el pastel y lo lleno de crema, luego lo llevo hasta mi boca.
Sostuve su mano mientras mi lengua probaba aquella crema en los dedos del hombre al que tanto amaba.
También quise intentarlo, con mis dedos tomé un poco de crema, pero esta se cayó en mi pecho.
Iba a quitarla, pero Torao detuvo mis manos y su boca llegó a mi torso, el que empezó a lamer. Me tensé, su boca en mi cuerpo era realmente excitante.
Cada poro de mi cuerpo sentía unos escalofríos gratificantes, y estos aumentaron cuando me empujo sobre la cama, y aunque ya no quedaba crema en él, Torao seguía lamiendo.
No pude callarlo, un gemido salió de mi boca al sentir su lengua en uno de mis pezones.
Volvió a esparcir crema en mi cuerpo, y su lengua se encargaba de limpiar todo, pero cada vez que su lengua tocaba mi cuerpo este se estremecía, y de vez en cuando debía apretar mis piernas, pues entre ellas se sentía un cosquilleo realmente placentero.
   Mis manos seguían prisioneras de Torao, y no parecía tener intenciones de soltarlas.
   La siguiente porción de crema la dejó en la comisura de mi boca, y tras quitarla volvió a besarme.
   Este hombre estaba enloqueciéndome.
   Mientras me besaba logre soltarme, y esta vez no me preocupe por nada.
   Tomé su rostro entre mis manos mientras nos devorábamos nuestras bocas y me quedé a horcajadas de él, pero Torao pronto tomo el control de la situación, giramos en la cama y Torao quedó entre mis piernas. No podíamos dejar de besarnos, era como si fuésemos a morir si es que lo hacíamos, así que solo nos separábamos una milésima de segundo y nuestras bocas otra vez se sumergían en un beso intenso en que su lengua y la mía se encontraban para degustar la otra.
Y mientras seguimos en nuestra danza de besos, lleve mis manos a su pantalón, buscando la hebilla y el botón que me impedía tocar a Torao.
Al dar con ellas me apresure a quitarlos y así sentir del todo a Torao.
El pastel quedó olvidado en la mesita, ahora solo quería sentir la piel de Torao en mis manos, quería sentir a Torao en mí.
Sus manos tampoco parecían tener paciencia, pues estas se perdían en mi cuerpo recorriendo todo lo que estaba a su alcance, mi espalda, mis brazos, mis hombros, mi cuello, mi torso, mis piernas…
Apenas y solo nos tocábamos y nuestra respiración se hacía difícil.
Quite al fin el pantalón y todo lo que llevaba Torao dejándolo frente a mí, completamente desnudo.
Él hizo exactamente lo mismo conmigo, me tenía bajo su cuerpo, ya su merced completamente desnudo.
—Torao…— susurré agitado y tomé su rostro al caer en la cuenta de que al día siguiente no recordaría nada o me mandaría al carajo como lo había estado haciendo desde hacía un tiempo.
—¿Qué ocurre? — me dijo y detuvo sus besos.
—Mañana… no recordaras nada ¿verdad? Harás como que esto nunca paso…—
   Volvió a besarme, y una vez mas parecia que necesitábamos de la boca del otro, y paso un buen rato para que me respondiera.
—No haría tal cosa…— me dijo cuándo había empezado a mover su cadera contra la mía.
    Nos miramos un momento. No estaba mintiendo. Sus ojos no mentían en lo absoluto.
—Haré… que recuerdes esta noche, de tu cumpleaños cada día…—
    Se acordaba de mi cumpleaños, pensé que ni eso recordaría tras todas nuestras peleas, y al fin una de ellas había acabado en la cama.
Ya no dijimos nada más. No porque no quisiéramos, sino que nuestras respiraciones y sensaciones nos dejaban sin habla.
   Podía sentir su miembro húmedo, duro y palpitante rosarse enloquecedoramente con el mío que estaba en las mismas condiciones.
No podría soportar tanta tortura. Necesitaba a Torao dentro de mí, necesitaba sentirlo, necesitaba ser uno con él.
Y por lo visto noto mi desesperación, pues llevó una de sus manos hasta mi trasero el que masajeo con lujuria, para luego adentrar uno de sus dedos en mí.
Se levantó, pero seguía entre mis piernas, pues estaba disfrutando de la vista que ofrecía.
Y aunque era algo pervertido, pude ver como Torao subía y bajaba con su mano por su falo al tiempo que cuidadosamente introducía sus dedos en mí.
En lo personal, no creo que necesitara hacer eso con su miembro, pues ya estaba bastante elevado y humedecido y seguramente hubiese entrado en mi de manera muy fácil.
   Eleve mis brazos en su dirección, con expresión llorosa para que volviera conmigo, necesitaba sentir su cuerpo entre mis manos, su cabello entre mis dedos, su boca besando la mía…
—¿Qué es lo que estamos haciendo? — pregunte cuando regresó a mis brazos.
—Yo pienso hacerte pasar el mejor cumpleaños de tu vida, voy a hacerte el amor lo que queda de noche— me respondía agitado.
Lo mire unos momentos.
—Te ves demasiado sexy con esas expresiones…— dije y enredé mis dedos en sus negros cabellos mientras lo abrazaba, y de pronto sentí su mano ahora en mi miembro, al estremecerme tan repentinamente apreté un poco el cuello de Torao sin lastimarlo, luego dejo mi miembro para empezar a introducir el suyo en mí.
—Y tú te ves demasiado hermoso al regalarme esas expresiones— me decía—Estoy… entrando… —  y añadió —Eres bastante… estrecho…—
   Estaba doliendo y se lo hice saber. Torao me miró sudoroso y aparté el cabello de su rostro, y se apartó de mi para observarme.
   Una vez más levante uno de mis brazos, y esta vez delinee aquellos tatuajes de su pecho con mi dedo, luego una vez más Torao se encimo sobre mí, y volvió a empujar. Me aferré a sus brazos al mismo tiempo que mis expresiones cambiaban a medida que seguía empujando, hasta que al fin lo sentí completamente dentro de mí.
—Respira… sólo respira— me decía —tienes que relajarte, así no te dolerá… no quiero herirte—
El dolor del inicio era reemplazado por el aquel cosquilleo entre mis piernas, y en el oído de Torao susurré:
—Por favor muévete… por favor…—
Me sonrió y acaricio mi rostro, y comenzó a moverse primero lento y luego más a prisa, hasta que sus embestidas se volvieron casi salvajes.
Apresó mi boca como al inicio, y nuestros gemidos morían en los labios del otro.
Mis manos apretaban con fuerza las mantas de la cama, y luego iban hasta la espalda de Torao,
Mientras me embestía nos besábamos apasionadamente, como si toda la vida hubiésemos deseado esto…
Y una vez que mi cuerpo de hubo acostumbrado a la intromisión de Torao, lo empuje sobre la cama quedando esta vez yo sobre él.
Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo una vez más mientras yo me daba de sentones sobre su cadera, pero siempre besándonos. Y así cambiando de posiciones, ambos estábamos disfrutando de sentir al otro en nuestros cuerpos.
Al final, una vez más acabe bajo la sensual anatomía de Torao. Y con una última embestida, pude sentir como su esencia entraba en mí.
Se dejó caer sobre mí con cuidado. Tanto su respiración como la mía, se volvían difíciles.
  Una vez que ambos recuperamos la estabilidad, me abrace a Torao, sabiendo que, aunque había sido gentil al hacerme el amor, solo lo hacía por ser mi cumpleaños. Era consciente que después de esto ya no nos volveríamos a dirigir la palabra nunca más…
—Gracias…— dije y cerré mis ojos sintiendo el abrazo que Torao me regalaba —Gracias por hacer este esfuerzo por mí… sé que no me amas, estoy seguro de que, aunque nunca dije nada, fue obvio mis sentimientos por ti, así que, aunque no me ames, estoy feliz — dije y lleve una de mis manos hasta mis ojos.
Torao notó esa acción de mi parte y me dio un golpecito en la cabeza, para luego quitar mis lágrimas.
—¿En qué momento dije que no te amaba? —
Lo mire algo confundido, quizás aún estaba ebrio y no había entendido bien el asunto. Y me senté en la cama y Torao hizo lo mismo.
—Pero tú y…— me interrumpió besándome.
—No te entras de nada ¿verdad? — dijo y sacudió mi cabello —esa mujer y yo no tenemos ninguna relación, desde hace ya bastante tiempo. Estaba esperando a tu cumpleaños para decirte esto Mugiwara-ya…
    Su mirada se volvió seria y penetrante y su mano seguía en mi rostro, la tomé entre mis manos.
—¿Quieres ser mi novio Mugiwara-ya? —
   Me quedé sin palabras, no pensé jamás que de su boca saldrían esas palabras. Empecé a llorar.
Pero Torao solo sonreía.
—Lamento todo lo que ha pasado, y no sé cómo hacer para que aquello jamás hubiese ocurrido…—
    Cuando pude calmar mi llanto, me abracé a Torao y el hizo lo mismo, al tiempo que yo le respondía a su pregunta en su oído.
—Sí quiero… si quiero…—
No sé qué expresión habrá puesto al oír mis palabras, pues me daba vergüenza mirarlo a la cara.
Luego de un momento me aparte de él solo para perderme en su mirada, y él volvía a acariciar con cariño mi rostro.
Y finalmente, con una hermosa sonrisa en su rostro me dijo:
—Feliz Cumpleaños Mugiwara-ya…—








La mala suerte me asecho todo el día de ayer, el especial que tenía para el cumpleaños de Luffy era totalmente diferente, pero word últimamente hace lo que la da puta gana y eliminó el escrito antes siquiera de guardarlo. Pero aquí les dejo esto de todos modos. Disfrutenlo.

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