Capitulo 9

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Me desperté con más dudas de las que tenía. No podía creer que esto me estuviera pasando a mí. Al principio, solo pensaba que era la única que albergaba sentimientos; pero por casualidades de la vida, él también. ¡Y parece que él lo desea más que yo! No me lo podía creer. Pensaba mil maneras de poder estar junto a él pero nada se me pasaba por la mente. Solo acababa con la misma conclusión: Es imposible. 

¿Qué podría hacer?  Esa duda invadía todos mis pensamientos. No podía ni concentrarme en cocinar, ni en estudiar, ni en nada de lo que estuviese haciendo. Pero donde más me comía la cabeza era en la ducha. Solo pensaba en él y en el futuro tan prometedor que tendríamos en el caso de que estuviésemos juntos. ¿Por qué era esto tan difícil?

Al día siguiente, escuché a la parejita discutir, y por unos instantes me imaginé que se dejarían y que yo tenía una oportunidad para estar con James. Qué ilusa fui. A los pocos segundos se podía escuchar los besos y cariñitos que Richard proporcionaba a mi madre.

Evité a toda costa estar cerca de James. No quería caer en tentaciones o hacer un disparate que podría terminar de mal en peor. No sé, solo se me ocurrían cosas estúpidas como perder mi virginidad con él.

Quería, no quería.

¿Qué debía hacer?

Traté de olvidarme de ello, así que llamé a Camy, que sinceramente no sabía qué había hecho con su vida después de que nos hubiésemos visto la última vez.

-  ¡Hola! Soy Camy, ahora mismo no te puedo contestar. Así que deja un mensaje después de la señal.

Ni cuando necesitaba a una amiga la podía encontrar.

Casualmente, mirando entre mis contactos de Facebook, encontré a una vieja amiga, Michi. No dudé en llamarla, ya que me parecía muy formal el hablarle por videollamada.

Su contestación fue inmediata.

- No me lo puedo creer. - exclamó Michi nada más al verme. - ¡Qué preciosidad! ¿Te conozco o es que mi antigua mejor amiga ha sido devorada por esta preciosidad de mujer?

Me reí tan abiertamente que sentí como si un peso de encima se me hubiese quitado.

- ¡Cielo! Te he extrañado. - dije de puro corazón.

- No me seas mentirosa, que ni te acordabas de mi existencia.

- Ups. Pillada. - le guiñé un ojo y le sonreí. - Sabes muy bien que te quiero mucho.

- Claro, claro. Yo también, boba.

Si antes me parecía guapa, ahora me parece una modelo de Channel. Pensaba que su delantera crecería una barbaridad, pero no, podría decirse que tengo casi lo mismo que ella. No, imposible. Me fijé que se había cortado su larga melena. Cosa que le favorecía sin comparación. Sus rasgos de niña habían desaparecido por completo. Se le veía muy madura y brillante.

- Dime, Michi, ¿has conocido a alguien en especial?

Su rostro enrojeció de un momento a otro y supe, sin que me lo tuviese que decir, que sí. Algún romeo había aparecido en su vida.

- Pues sí, y la verdad estoy tan feliz. 

- Me alegro, nena.

- ¿Sabes? Mañana llego a la ciudad y por fin le conoceré.

- Espera, espera, ¿qué? ¿Vienes? ¿Conocerle?

- Sí. Es que nos conocimos por internet, es una larga historia. Pero podríamos quedar y así te lo cuento todo detalladamente. Así que luego hablamos, que ya estoy por embarcar.

- Ah que estabas en el aeropuerto. - Asintió y me enseñó sus alrededores. - Pues suerte y feliz viaje, amorcito.

Colgamos. Al final, no pude desahogarme y pedir opinión del lío amoroso en el que estaba metida.

Peor no podría estar.

Decidí desesperezarme y animarme a dar una vuelta. Aunque era tarde, lo necesitaba. Ya no sabía qué hacer para calmar mis dudas, mi tristeza, mi gran melancolía.

Con un chandal desgastado y una camisa grande y larga, me dispuse a bajar las escaleras cuando de pronto, me lo encontré. Su mirada recorrió mis feas ropas y al terminar se cruzaron nuestras miradas y se posaron allí como no hubiese nada mejor que mirar.

- Estás preciosa.

Su mentira fue tan enorme que sin poder evitarlo me reí.

- Tú siempre viendo lo bueno en lo malo. - seguí bajando las escaleras y él me detuvo.

- Tanto con lo bueno, como con lo malo, tú, Natasha, eres preciosa.

No me atreví a mirarlo a los ojos. Estaba bloqueada. ¿Por qué eres tan dulce cuando deberías ser amargo?
¿Por qué me quieres si se supone que debo ser yo la única ilusa? Ahora, ¿cómo podré olvidarte?

Le di una de mis sonrisas tristes y continué mi camino. No me detuvo, me dejó marchar.

Lo más probable es que penseis: "Qué pesada, aclárate ya. Haz lo que de verdad quieres."

Eso es lo que quería hacer, así que me dispuse a ello.
Me di la vuelta inmediatamente y salí corriendo hacia la casa. Mis pies se movían solos, todo era mecánico. Mi corazón, mi mente, mi cuerpo tenían un solo objetivo: verle.

Abrí la puerta como pude. Mis manos temblorosas no me dejaban entrar la llave, estaba emocionada, excitada. Un cumulo de sensaciones que no me permitían respirar.

Al entrar, lo busqué en la planta baja. No estaba. Subí las escaleras como si me fuese la vida en ello pero, al llegar a su puerta, me congelé. Miré el pomo fijamente y me paralicé. ¿Está bien esto? ¿Es lo que quiero?

La puerta se abrió y apareció él. Me miró dubitativo, su entrecejo demostraba lo que pensaba.

Lo miré fijamente, miraba sus labios carnosos y me lancé a ellos.

No quería parecer una desesperada, pero lo estaba. Esto es lo que quería, lo que llevo anhelando 4 años.

Al principio no me correspondió el beso. Estaba claro que no se lo esperaba, pero pronto me siguió, me apretó contra sí y me besó. Un largo y fantástico beso que me llevó hasta el cielo.

Le dió una patada a la puerta y entre besos desenfrenados y caricias nos tumbamos en la cama. No me soltaba, yo tampoco a él. Él me deseaba, yo también a él.

Yo debajo de él, él encima de mí. Entrelazábamos nuestras lenguas sin pavor. Nuestras salivas se entremezclaban tranformandose en una.

Cuando nos percatamos que no podíamos respirar bien, nos separamos, pegamos nuestras frentes y sonreímos como dos tontos.

- Por fin.

- Shh. No digas nada, no dañes el momento. - le contesté con una sonrisa.

- Esa es mi frase, ladrona. - me mordió la mejilla y me dió un pequeño beso.

Esto señores y señoras, es lo que quería.

Seduciendo a mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora