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Las gotas de de sangre resonaban en toda la habitación al caer.
Sentía su cuerpo cansado y dolorido, lagrimas resbalan por sus mejillas. Forcejeaba contra las cadenas que la tenían atada a aquella dura y fría cama.
-Quédate quieta- Escuchó que decían, pero la oscuridad no dejaba observar.
-Otra vez no- sollozó Bonnie al sentir como tocaban su muslo izquierdo.
-He dicho que te calles- Gritó el señor el cual su identificación no era conocida, Bonnie sintió como su mejilla ardía luego de escuchar un estruendoso golpe, él le había golpeado.
Se escuchó el sonido de la bragueta bajando y luego el grito de Bonnie hizo eco en toda la habitación.