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Narra Bonnie.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir los brazos de mi padre rozar mi cuerpo, la imagen de los secuestradores abusando de mi vino a mi mente, mi padre quien ahora me veía preocupado por el grito estaba parado en una esquina abrazando a mi madre que sollozaba. Esperábamos al oficial Carl, que traía unos papeles que mis padres debían firmar.
Subí al auto de mi madre, aun sin hablarle, veía por la ventana el hermoso paisaje. El auto paró al frente de esa casa que hace dos años ya no veía, sentía una paz recorrer mi cuerpo, mi madre abrió la puerta del auto para que yo bajara y así lo hice.
-Gracias- susurré sin ganas de hablar. La puerta se abrió y de ahí salió Binnie corriendo directo a mis brazos y fue lo mejor que pude sentir durante estos dos miserables años, recosté mi cabeza en su hombro sollozando, su camisa ya se había mojado completamente, ella solo daba reconfortables palmadas en mi espalda y a veces acariciaba mi cabello mientras susurraba que todo estaría bien.
-Creo que deberían entrar niñas- Dijo mi padre. Me solté del abrazo haciendo caso a las palabras de mi padre caminando a la casa... Quería bañarme, quería olvidar todo lo que habían hecho desde hace dos años ya. Mi madre me llevó al baño donde la tina ya estaba preparada.
-Bonnie, hija, pensé que nunca te volveríamos a ver, lamentamos no haber buscado, los policías y médicos forenses nos habían dicho que habías muerto por causa de una bala fría, no sabes lo fuerte que fue y ahora que vuelvo a verte es como si fuera imposible, te amo- Dijo mi madre llorando, al final me abrazó, la abracé también llorando.
-Yo también te amo mamá, y me alegra que aquel infierno haya terminado- Mi voz salió ronca, en estos momentos tenía un nudo en la garganta que no me dejaba hablar bien, apretaba la mandíbula tratando de que las lagrimas no salieran.
Cuando salí del baño tenia los brazos rojos y rasguñados, yo solo trataba de borrar las marcas que habían dejado esos extraños. Revisé el closet y ahí se encontraba toda mi ropa, escogí entre una de las pijamas, la mas cómoda, que consistía en un mono de algodón y una camisa de tiras, encima de este me coloqué un buzo negro en parte para tapar los rasguños que me había provocado en el baño, aunque también buscaba la manera de tapar los horribles hematomas que tenía alrededor del cuerpo.