Make Me Feel Something 2

¿Por qué ahora?

***

-¡Sana! - La chica se detuvo y volteó atrás donde Rise venía a ella a toda velocidad.

-¿Por qué llegaste tan tarde?- Dijo agitada y rápido.

-¡Mi padre!- Grito Sana -No me dejaba salir de la casa así que me escape por la ventana, ¿cuánto tiempo queda para el examen?-

-Te quedan 3 minutos antes de que empiecen a pasar lista, es en el segundo piso-

-Maldita sea- Sana comenzó a correr por los pasillos hasta llegar a las escaleras.

Volvió a gruñir cuando vio que el elevador estaba fuera de servicio.

Sana sólo escuchaba la respiración agitada de Rise detrás de ella.

Una vez que llegó al salón, sacó un lápiz que estaba en el puente de su oreja, le dio la mochila a Rise lanzándola en el aire cayendo en la cara de la chica y entró al salón.

El profesor veía el reloj colgado en la pared y cerró la puerta del aula justo después de que Sana entrará.

Sana trató de regular su respiración y le dio una sonrisa nerviosa al profesor quien la miraba de manera desaprobatoria.

-Tienen dos horas. - Dijo seriamente.

Sana tomó un suspiro comenzando a contestar el gran cuestionario que tenía frente a ella.

Era fácil, no era algo que Sana no podría hacer.

***

-----------------

–¿Cómo te fue?- Rise estaba sentada en el suelo y en cuanto vio a Sana salir del salón se levantó.

Sana suspiro con felicidad –Estuvo fácil–

– ¿Muy fácil? – Sana asintió.

–De verdad no sé cómo agradecerte todo esto, es demasiado y...–

–Está bien, no tienes que agradecer– Rise la interrumpió con una sonrisa. –Sé que tú no perteneces aquí, tu lugar no es aquí –

–No, no lo es pero me dolerá dejarte, has hecho tanto por mí –

–Primero debes aprobar el examen– Rise rió –Pero ya te dije que está bien, me gusta ayudar a la gente–

–Gracias– Sana entrelazo un brazo con el de ella -Vamos a comer algo ¿sí? –

***

---------------------

-¡Al fin llegas!-

Sana rodó los ojos después de cerrar la puerta principal de la casa.

-¿¡Dónde estabas?! ¡Creí decirte que no irías al examen!-

-Si fui – Sana respondió sin mirarlo ni inmutarse de sus gritos.

-¡Mira esto! ¡La casa es un desastre!-

-¡Tú la haces un desastre! – Sana le respondió – Yo limpio este lugar, tu eres el que llegas ebrio y ensucias todo, no soy tu sirvienta –

Sana comenzó a subir las escaleras casi corriendo.

Se encerró en su habitación y suspiro. Otra pelea más a la lista.

Siempre era así, su padre llegaba ebrio y al día siguiente, Sana recibía su resaca a base de gritos y acusaciones.

Odiaba haberse acostumbrado a tal trato, le dolía que su padre se comportará con ella así, sólo por ser lo que es.

Su padre trataba de que permaneciera ahí. Sana no iba a permitirlo.