2. Llegada a la unidad

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Llegada a la unidad

Camino con mi maleta en mano por el aeropuerto. Jennifer Jareau y el agente Morgan van detrás, cómo si fueran guardaespaldas. Me siento algo confusa y asustada, toda esta situación es extraña. En verdad no tenía otra opción, era o aceptar la oferta o que mis infracciones fueran reveladas. Mis padres no se lo tomaron mal, se lo tomaron fatal. Mamá empezó a llorar, me iba sin dar explicaciones. Papá estaba orgulloso de que fuese a ayudar a salvar vidas pero, no quería que me fuera. Lo peor fué no poder decirles por qué me iba. Apenas les miré a los ojos, sólo los abracé y me despedí. Me subí al coche de los agentes y cerré los ojos. Lo siguiente que ví fue el aeropuerto.

Jennifer me pide que le dé las maletas y se las lleva. Yo me quedo con Morgan pero es cómo si yo no estuviera, tengo la mente en otro lado. Morgan apoya la mano en mi hombro y me sonríe, yo hago un amago de sonrisa.

—Todo va a estar bien, Hanna—dice Morgan—Vas a ayudar a salvar muchas vidas.

Sé que intenta hacerme sentir bien. Esto es cómo un sueño para mí, ser un agente del FBI. Aunque no puedo disfrutar del sueño, no al haberme ido así de casa. No puedo disfrutar del sueño sabiendo que cuándo Amy (mi mejor amiga) venga mañana a buscarme a casa no me encontrará. No me quedaré tranquila porque cuando mi hermano mayor Tom venga de la universidad para las vacaciones de verano, se va a llevar una gran decepción.

Nos subimos a un avión privado y yo apenas digo nada. Los dos agentes hablan entre ellos pero yo me quedo callada, no sé de que hablar. Ellos no me molestan, me dejan tranquila. Intento asimilarlo todo pero no me es tan fácil cómo para ellos.

—¿Puedo hacer una pregunta?—digo y Morgan levanta una ceja. Yo me río—A parte de esta, Morgan.

Ellos se sorprenden, es la primera vez desde que llegaron que he querido ser parte de la conversación, estoy intentando socializar. Ellos asientes dándome permiso para preguntar.

—¿Cómo es la vida alejada de vuestros seres queridos?—pregunto apoyada en la ventanilla.

Jennifer baja unos segundos la vista, cómo si estuviese buscando las palabras. Morgan interviene primero.

—Es extraña—dice el moreno—Te despiertas a lo mejor a las seis de la mañana por un nuevo caso. Nunca sabes cuando va a haber una nueva víctima por lo que necesitamos estar cerca del resto de la unidad. Hay veces que estamos varios meses sin saber de nuestras familias. El caso de JJ es más complejo porque tiene un hijo. Al ser madre tiene más días de permiso para poder ver a su familia. Este trabajo es muy peligroso, no sabes si vas a ver a tu familia el día siguiente.

Jareau asiente, de acuerdo con Morgan.

—Tu no eres un agente de la unidad, propiamente dicho. Eres cómo una asesora, por lo que te necesitaremos cerca. Aún así, tendrás más dias de permiso. Tu tarea es el análisis, no la acción. Eres cómo Reid, aunque a él le encanta trabajar.

Jennifer se ríe y un mechón de su pelo rubio le cae sobre la cara. Se lo retira con una sonrisa y todos cambiamos de tema. Los dos agentes han resultado ser muy entretenidos y amables y me lo estoy pasando mucho mejor de lo esperado. Han decidido contarme cotilleos sobre la unidad.

—¿Te acuerdas cuando Rossi casi mata a Reid por tirar su mejor vino a la basura?—dice Morgan entre grandes carcajadas—Y después Hotch dijo que la pasta estaba fría y Rossi casi le tira el cubierto a la cabeza.

Me cuentan tantas anécdotas. Me cuentan muchas cosas sobre él equipo y yo no puedo parar de reír. Comemos algunos snacks y comida de avión y vemos la televisión en la tablet de Morgan. Estoy tan cansada que me duermo y para cuándo me despierto, ya hemos cruzado medio mundo.

Llegamos a la unidad de cuántico en un Chevrolet que haría que mi padre se enamorase al instante. Mis maletas han quedado en el coche, aunque no les he dado mucha importancia. Miro mi reflejo en una de las puertas de cristal, mi pelo está hecho un asco. JJ me deja una goma de pelo y me hago una coleta alta. La verdad es que parezco desentonar un montón en este lugar. La mayoría pasa de los treinta ,y muchos, los cuarenta años. Además todos están uniformados y yo llevo unos leggings ceñidos y una sudadera con el símbolo de la NASA. Sigo a Morgan y JJ por los pasillos de la unidad. Todo es precioso e inexplicablemente acogedor. Llegamos a una sala enorme con unas mesas preciosas de madera y unos despachos al fondo. No hay nadie de modo que yo frunzo el ceño. Morgan frunce el ceño y maldice en bajo.

—Mierda, hay un nuevo caso—dice Morgan dirigiéndose hacia los despachos.

JJ y yo lo seguimos y entramos en una sala de reuniones. Debe de haber unos diez agentes reunidos y creo que hemos interrumpido algo. Un hombre de unos cuarenta años está de pie y me observa.

—Tú debes ser Hanna, bienvenida a la unidad—dice quien me parece es Hotch.

Encaja a la perfección en la descripción detallada que Morgan me hizo de él. Yo sonrío y se lo agradezco.

—Hola Hanna, bienvenida—dice una mujer rubia de ropa colorida.

Me abraza y yo abro los ojos sorprendida, la abrazo de vuelta y le sonrío. Todos me saludan, son muy amables.

—Pareces muy joven—dice Rossi—Y tienes una mente muy brillante para tu edad. Tenemos un genio aquí también—dice señalando a un chico al fondo de la sala, está leyendo un libro.

Lo miro atentamente, es bastante atractivo. Aunque al igual que yo, parece desentonar un poco en el lugar. Reid levanta la cabeza y presta atención a nuestra conversación.

—¿Que día de la semana fue el dos de marzo de 1986?—pregunta JJ.

Todos miran al chico de pelo castaño. Reid mira hacia arriba cómo si estuviera haciendo cálculos mentales. Yo suspiro y levanto la mano.

—Fue Domingo—respondo y todos me observan estupefactos.

Reid me mira entre asombrado y molesto pero, de repente sonríe. Todos me felicitan por haberle ganado al genio. Me piden que tome asiento y la agente García nos explica el nuevo caso. Tres mujeres asesinadas en dos semanas. Es horrible, las fotos son tenebrosas y grotescas. Las han golpeado brutalmente y luego las han apuñalado.

—Chicos, nos trasladamos a Nueva York—dice Hotch—Máxima discreción, la prensa todavía no se ha enterado de los asesinatos. Las autoridades quieren ocultarlo por el momento.

Todos asentimos. Ellos guardan sus carpetas y documentos en sus maletines. Yo simplemente meto la mano en mis bolsillos, no sé que hacer. Caminamos hacia el exterior del recinto y nos subimos a unos coches. La mayoría lleva maletas ya preparadas y las suben a los maleteros.

—La presentación es indispensable—dice Hotch mirándome—JJ te dejará algo de ropa dado que vuestra constitución física es similar.

Asiento y JJ nos mira divertida, le hace gracia ver a Hotch serio. Llegamos al aeropuerto y yo suspiro al tener que coger mi segundo vuelo en menos de veinticuatro horas. Rossi se cabrea un poco cuando una azafata le comunica que tienen un problema con el avión privado de la unidad y nos vemos obligados a coger un vuelo a Nueva York con más pasajeros. Hacemos cola junto a turistas hasta que por fin subimos al avión. Los demás pasajeros nos miran extrañados pero no hacemos caso a los murmullos de fondo, tan sólo sonreímos con falsedad.

—Vosotros dos soy los miembros más jóvenes de la unidad—dice Hotch—Tan sólo sonreid y pasaros por nuestra sección cada quince minutos.

Reid y yo asentimos y nos vemos obligados a ir en turista.

Lonely Minds (Spencer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora