Capítulo 14

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Capítulo 14

   Despertar, en medio de la incertidumbre, era como nacer de nuevo o como haber recordado otra vez quien era. Abigail se encontraba en una habitación de hospital. Pero, ¿cómo había terminado en aquel lugar?


    De pronto, los recuerdos golpearon fuertemente en su cabeza. Y el terror inundó toda su alma. Todo era tan claro, como el agua cristalina. Un hombre que trabajaba para el padre de Keith la había llevado a un lugar donde todo era oscuro. Había escuchado en ocasiones a Keith pelear con su padre. Y como este lo amenazaba con matarlos. ¡Keith! ¿Qué había sucedido con él?


    No recordaba absolutamente nada. Simplemente haberlo escuchado en una ocasión, como si su voz estuviese a distancia.


    Las lágrimas no tardaron en llegar a sus ojos. Su mente se encontraba en un completo cero. No sabía que había ocurrido realmente. Ella siempre se encontraba como semi-dormida. Dopada con algo que siempre le colocaban para mantenerla en silencio.


— ¡Keith! ¡Keith!— susurró angustiada, con el corazón latiéndole con mucha fuerza.


    El padre de Abigail entró en aquella habitación, encontrando a su hija llorando. La abrazó con ternura y le aseguró que todo estaría bien desde ese momento. El peligro había acabado finalmente. En medio de los hombres de Ralph Cooper había un infiltrado del FBI que seguía sus pasos por otro asunto. Encontrándose con ese hecho. De que aquel hombre quería matar a su hijo por no cumplir con aquel trabajo que él le había impuesto por motivo de una venganza de familia, y quería matarla a ella, por ser el objetivo con quien podía herir a Robert Simpson. El FBI y la policía habían llegado al lugar de los hechos, cuando Keith se había metido en medio de Abigail, para salvarla de la venganza de su padre.


— Esto no acaba aquí... No permitiré que la lastimes...—dijo al ponerse en medio cuando su padre le amenazó que acabaría primero con Abigail, a quien él tenía a su derecha.

— ¿Estás seguro, hijo?—expresó con sarcasmo.

Sí...—se colocó de pie, después de lograr soltarse. Su padre empuñó su arma, apuntó a Abigail y soltó el gatillo, siendo él el herido, y no ella.

¡Ay Keith! ¡Verte sufrir me hará los días más amenos!... Acabaré con ella...


   Aquello había sido tan cruel. El FBI había aparecido en ese momento junto a la policía de Montana.


¿Dónde está Keith? ¿Está vivo, verdad? ¿No le pasó nada? Por favor, padre, no me mienta... le preguntó a su padre.

— Se encuentra en coma. Su estado es delicado... Perdió mucha sangre...

—¿Y su padre?

—Irá a prisión y vivirá el resto de su vida allí...

—¿Keith intentó salvarme, verdad?

—Sí...


    La impotencia y el dolor se apoderaron de todo su ser. Keith había arriesgado su vida por ella. De pronto su rostro, su sonrisa y todo su ser aparecieron en su mente, haciéndole sentirse desvanecida.


    Cuando tuvo las fuerzas necesarias, se levantó y se dirigió a la habitación donde se encontraba Keith en observación. Su estado seguía igual. No había mostrado ninguna mejoría y eso preocupó aún más a Abigail.


   Keith se encontraba con tantos aparatos, como si por medio de ellos, él pudiera continuar con vida.


—Keith...—susurró al colocar su mano derecha en la mejilla derecha de Keith—. Keith... Perdóname... Perdóname... Me equivoqué al no escucharte... Escúchame... Escúchame... No te mueras... Lucha, por favor... Te amo... Y te estaré esperando aquí. Prometo que no me iré. No te abandonaré... Estoy viva gracias a ti. Jamás podré pagarte todo lo que hiciste por mí.


   Tiempo después...


   Keith había despertado, sintiéndose desorientado. ¿Qué hacía en aquella habitación? De pronto todos sus recuerdos fueron claros. Había luchado contra su padre. Él le había disparado cuando él intentó proteger a Abigail. ¿Ella estaría bien? ¿Estaban en aquel mismo lugar?


    La desesperación fue inmensa. Hasta que cedió cuando vio entrar a Abigail a su habitación.


—¡Despertaste! ¡Keith despertaste! —colocó sus manos sobre su rostro haciendo ver que lloraba de alegría, al mismo tiempo que se acercaba a él—. Me has tenido en ascua... Con el corazón en vilo cada mañana.

—¿Cada mañana? —expresó con extrañeza.

—Has estado un mes en coma... Keith, me tenías asustada.—dijo y tocó el botón para llamar a las enfermeras.


    Keith había vencido a la muerte.


— ¿Por qué?... ¿Acaso no me odias? ¡Te mentí! Yo...Yo no soy una buena persona...

—Sí lo eres...Sé toda la verdad... Y no soy quién para juzgarte. Escúchame... Después de todo decidiste hacer lo correcto y borra todos los secretos que había en medio de nosotros.


    Las enfermeras llegaron junto al médico que le atendía. Abigail se vio en la obligación de salir un momento. Solo un momento. Al mismo tiempo que le regalaba una sonrisa a Keith.


—Te amo... 

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