Prólogo.

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Lo único que se escuchaba en el auto eran los gritos de Jason y Lisa dentro de él. Ambos peleaban frenéticamente, mientras el viento entraba bruscamente por una de las ventanas que se encontraba abierta.

—¡No debías haber ido a esa maldita fiesta Lisa! ¡Sabía que todo se saldría de control!

—¡Cállate Jason!

—¡No me callaré!, ¡¿oíste Lisa?!, solo quiero cuidarte.

—¡Ya no soy una niña!, ¡Tengo dieciocho años y sé cuidarme sola!

—¡Si supieras no hubieras ido a esa estúpida fiesta!

El pelinegro pisó con ímpetu el freno, haciendo que el auto parara violentamente. Se encontraban en medio de la avenida esperando a que el semáforo cambiara a verde para seguir avanzando. Ambos habían dejado de pelar por unos segundos. Los últimos segundos de silencio que escucharían aquel día. Los últimos segundos de paz que tendrían.

Jason había girado su vista hacia Lisa, pero en vez de verla a ella, vio una gran luz que venía hacia ellos. De repente, sintieron un gran impacto proveniente del lado del acompañante, el lado donde ella se encontraba.

Se escuchaban los vidrios crujir mientras el auto daba vueltas. Los gritos de ambos cesaron luego de que este terminara de girar. El auto había quedado volcado, produciendo que ambos quedaran boca abajo sin poder salir de allí.

Lisa intentó moverse para ver cómo se encontraba su hermano, pero un dolor punzante en su cabeza se lo impidió haciendo que quedara paralizada, solamente oyendo el ruido de las sirenas de la ambulancia que se acercaban. Después de eso, todo para Jason y Lisa se volvió negro.

✘ Anónimo ✘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora