-Prologo-

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~Capitulo #0 ~

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Prologo

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...Italia, Sicilia. Siglo XVI...

En la bella cuidad de Catania, Sicilia; la vida era como en cualquier otro lugar, la gente de aquel bello pueblo desprendía paz y armonía. Un pueblo tan pacifico como Catania atraía la atención de los viajeros, pues comenzaban a escasear los poblados donde la discriminación entre Alphas, Omegas y Betas era casi nula, un lugar donde todos valían por igual.

Últimamente se comenzaba a popularizar la creencia sobre que los que mandaban eran únicamente los Alphas, siendo los Betas con un rango inferior pero superior al de un Omega, quienes único deber era atender la casa y se procreadores de nuevas vidas. Pero como en todo, a cada cosa le llega su momento, y Catania no se salvaría de discriminación entre las tres categorías en las que se dividía a la gente...

Pronto, los días de paz de Catania se verían borrados, pues las creencias antes mencionadas llegaron a este bello pueblo. Los Alphas comenzaron a verse como los superiores en todo, aquellos que podían gobernar y decidir solo por dicha posición. Por otro lado, los Betas, a diferencia de los Alphas estos tenían una posición estable, siendo personas normales que no sufrían o pasaban por la afamada etapa de "celo" como las otras dos razas, ellos podían elegir abiertamente a su pareja. Por último, y los que más sufrían gracias a esos estereotipos, eran los Omegas, aquellos seres con belleza incomparable eran los que más se vieron doblegados ante las nuevas creencias, pues eran catalogados como simples incubadoras vivientes, simples personas que solo se tenían que preocupar por el hogar y procrear más cachorros.

Muchos padres temían que sus hijos, a la hora de su debut, resultaran ser Omegas, pues sabían de las grandes adversidades que se le presentarían en la vida. No había día en que los periódicos no anunciaran la trágica violación de un omega. Los abusos y maltratos que los omegas sufrían era descomunal. Se les negaba rotundamente algún puesto importante, ellos no podían ser líderes en nada, y pase a sus grandes habilidades, eran negados solo por lo que son, omegas.

Dicho esto, ser un beta le resultaba mejor a cualquiera, pues estos tenían más libertad que cualquier omega. Tanto que a muchos les gustaría mentir y decir que son Betas en lugar de aceptar su realidad, pero no podían, aun que quisieran, la realidad les golpeaba como una bofetada en la cara. Había una cosa simple que los identificaba a todos, aquello que los separaba de las otras razas, el olor.

El aroma de cada uno era especial, de este modo lograban identificarse. Los Alphas solían tener un aroma tan intenso que era inconfundible, a menudo comparado con sabores o fragancias fuertes. Por otro lado, y al contrario de los Alphas, los omegas solían tener un aroma dulce y atrayente, como si de miel se tratara. Por último, pero no menos importante, lo betas, estos carecían de aroma especial, solo eran fragancias corporales, es decir, sin ningún aroma tan dulce como los omegas o tan intenso como los Alphas. Cuando una persona carecía de fragancia alguna, se solía catalogar como beta, aun si su apariencia dijera otra cosa...

Y este era el caso de cierto rubio, Giotto Di Vongola.

Toda la apariencia y aura de Giotto gritaba 'omega' sin embargo, gracias a la carencia de algún aroma especial todos lo veían como beta. Algo que sinceramente agradecía, pues él lo sentía, él lo sabía, él era un omega.

·Omega sin Olor·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora