PRÓLOGO

21 3 0
                                    

Desperté, estaba en una habitación casi totalmente negra, de no ser por una tenue luz amarilla, estaría sumida en una oscuridad hipnótica.

Trate de moverme, pero me di cuenta de que estaba atada de pies a cabeza con solo poder mover mis organos vitales.

No sabía que hacer, pero sabia que había alguien más aparte de mi en la habitación.

El instinto me lo decía, y en eso era en lo único que no me había fallado hasta ahora.

Trate de tirar de las correas a las que estaba amarrada, pero a pesar de mis esfuerzos, fue inútil.

Cada vez que lo intentaba, me hacía más daño.

- Vamos, esto no es demasiado para ti, ¿o si?... - Una risa seca salió de su repugnante boca - Has matado a más de un ejército y medio, no debe ser demasiado un par de correas, ¡oh! Ya se, son tus articulaciones las que hacen todo ¿no?.

- No tienes derecho a hablar así de mi, ¡¡tu has hecho cosas peores rata de alcantarilla!! - Cada una de las palabras que salieron de mi boca estaban cargadas de más veneno del que podría haber imaginado, pero aún así no me arrepentí.

- ¡CALLA! - se inclinó hacia mi, al ver su horrible cara me dieron ganas de ecupirle - ¡¡esa no es forma de hablarle a una de las personas que te trajeron a este miserable mundo!! O es que quieres faltarle el respeto a tu- Le escupí en la cara, no quería escuchar esas palabras que hacían que me dieran ganas de vomitar.

- ¡¡TU NO ERES NADA PARA MI, SI ME QUISIERAS O FUERAS POR LO MENOS MI PARIENTE, TE PREOCUPARIAS Y NO ME ATARIAS DE PIES A CABEZA, ME CUIDARIAS, NO ME MANTENDRIAS EN CUARENTENA TODOS LOS MALDITOS DIAS DE MI VIDA!!

Se quedó en silencio pero una sonrisa burlona se le hizo en la cara, pero su mirada no mostraba la más mínima expresión de burla, más bien tenia en los ojos una expresión dura y de... ¿Dolor?¿Rabia?.

De un momento a otro sentí mi mejilla arder, me había pegado, ¿¡No le bastaba con amarrarme de pies a cabeza y tenerme totalmente indefensa!?.

A continuación dijo en un susurro y con palabras duras:

- Tu no entiendes nada

Luego se dirigió a la puerta con paso firme y un gran estruendo me indico que se había marchado y me había dejado sola.

Después de unos minutos las correas que me sostenían se desataron automáticamente, y para mi sorpresa un plato con ramen apareció enfrente mio.

(...)

«Monster»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora