Al despertar de un día más, normal como cualquier otro, Willy ya tiene la impresión que no todo es precisamente normal.
Aún medio dormido, acostado sobre cómodas y suaves sábanas, se extraña al sentir un poco raro el ambiente que lo rodea. No sabe qué es, al menos no del todo.
En su mente baila un pequeño pensamiento que no logra atrapar, incluso tiene en la punta de la lengua aquello que nota diferente de cualquier otra mañana.
Frunce el ceño, arruga la nariz y cierra los ojos tratando de recordar.
¿Qué es lo que tiene de diferente ese día y que no logra saber qué es?
Willy no lo sabe y tampoco tiene demasiado tiempo para pensarlo con claridad, su tarea termina por dificultarse mucho más al escuchar un sonido estruendoso junto con una aguda y emocionada voz que lo hacen soltar un grito por el susto y dar un brinco en su cama.
Su compañero de vez en cuando es una alarma natural para despertar.
—¡Willy! —grita Vegetta a todo pulmón entrando a la habitación, azotando la puerta contra la pared en el proceso—. ¿Todavía sigues en la cama, dormilón? Pero levántate ya, hombre. ¡Que este es un día muy especial y hay que celebrarlo!
—¿Qué dices? —alcanza a preguntar desorientado, su mano sobre el pecho sintiendo el pulso de los rápidos latidos de su corazón asustado—. ¡Vegetta! ¿Qué te crees que es grato entrar como vendaval en las habitaciones de los demás o qué?
El mayor bufa fastidiado, meneando la cabeza insinuando una sonrisa burlona.
—Joeh. ¿Ya tan temprano vamos a empezar de gruñones? Y encima hoy, que te pusiste demasiado señorito y yo tan buena gente que quise darte una sorpresa.
—Menudo pringado estás hecho —gruñe apretando los labios—, y vaya qué sorpresa me has dado. Poco más y me matas de un infarto. ¿Qué se supone que estamos celebr...?
Willy no termina de formular la oración, siendo interrumpido por la risa escandalosa de Vegetta, se descoloca mucho más de lo que ya está y no entiende lo que sucede hasta que su mirada desciende hasta las manos de su compañero, las cuales sostienen un pequeño plato con algo muy colorido y bonito como su contenido.
—Oh.
Es ahí cuando lo entiende.
Descansando sobre las manos de Vegetta, un pequeño plato porta un pequeño pastel con el número veinticuatro como vela, la llamita bailando en tonos pálidos anaranjados sobre la mecha.
Y la sonrisa de Vegetta se lo dice todo al acercarse a paso lento procurando no tirar el pastel al suelo.
Con los labios abiertos por la impresión, no queriendo negar el brillo en sus propios ojos, Willy observa atento como el platito queda sobre las sábanas cuando el mayor ahí lo deja para poder contemplarlo por completo.
Sobre la cubierta del pastel Willy ve, en primera instancia, lo que sabe son los colores comestibles, característicos y que tanto le gustan; un poco de verde por ahí, otro tanto de azul por allá. Una combinación de tonos azulados y verdes, decorando todo el pastel como si estuviera viendo el fondo de algún mar.
Y en el medio lo que más llega a resaltar, la letra de Vegetta escrita a trazo fino con pintura negra.
"Feliz cumpleaños, Willy", lee para sí mismo las pequeñas palabras que su compañero de piso le dedica.
Siente que le arden los ojos, su labio inferior tiembla delatándolo y pronto verá borroso.
—Yo sé que es un pastel pequeño —admite Vegetta, viéndolo—, pero quería hacer algo para ti, algo completamente hecho por mí.
—¿Tú lo hiciste? —balbucea alzando la mirada. El mayor apenas asiente mostrando una pequeña sonrisa tímida—. Esto es... yo...
—Hay un pastel más grande claro, uno más profesional y tal —se apresura a decir—, pero este quería que fuera especial, hecho desde cero. ¿No te gusta?
A Willy se le escapa una risa incrédula por lo obvia de la pregunta.
—¿Qué si no me gusta? Dios, me encanta —musita volviendo su mirada al pequeño pastel, embelesado—. ¿Cuanto tardaste en hacer esto?
Vegetta suspira dejándole entrever lo pesada de la tarea.
—Toda la bendita noche, Willy. Pero valió la pena.
—Pintorgetta ha logrado su máxima obra de arte —le halaga sonriendo completamente feliz, Vegetta correspondiendo a su gesto enseguida.
—Anda —dice acercando el pequeño pastel—, pide un deseo, Willy.
Asiente, listo para soplar la vela. Pero no lo hace pues un pensamiento le llega justo en el momento exacto. El verdadero deseo se lo piensa y, si tiene que ser sincero, en verdad ya lo tiene.
—¿Y si el único deseo que tenía, ya lo tengo? —cuestiona. Vegetta frunce el ceño al no entenderlo pero Willy sabe que no tiene mucha ciencia.
La persona que siempre implicó la mayoría de sus deseos ya la tiene enfrente. No necesita más, piensa.
—Hombre, pues podrías pedir que dure más.
Sin rechistar, estando de acuerdo con Vegetta, Willy sopla la vela de sus veinticuatro años haciendo uso de uno de sus mas preciados deseos y regalos.
—Gracias por el pastel —murmura apartando el platito de su camino. Vegetta lo recibe con los brazos abiertos al acercarse a reclamar su abrazo—. Es un detalle muy, muy lindo de tu parte.
—Con mucho amor para ti, Willy —musita el mayor en tono bajo, afianzando el abrazo, haciendo mucho mas contacto.
Es lo único que pide.
Que lo que hay entre ellos dos les dure lo más cercano a siempre.
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Uh, bueno, en mi país todavía es 9 de mayo así que este escrito para celebrar el cumpleaños de Willy es válido :D
Está, literalmente, recién salido del horno. No planeé hacer esto con antelación, olvidé por completo el cumpleaños del chino y sinceramente no se me había ocurrido nada hasta ahora mismo.
En fin, creo que Vege tiene sus detalles con Willy y seguramente le dio algo muy cuqui. Esta es mi versión wigetta de como me imaginé que pasaron el cumpleaños, se me hizo un muy lindo detalle y pues... como siempre tengo que escribirlo a pesar de que no tenga mucho sentido xD
Feliz cumpleaños a Willy, ya tiene 24 añitos *u*
En fin...
A quien se tomó el tiempo de leer esto gracias :3
~Hakumi
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De un feliz cumpleaños | Wigetta | Drabble
FanfictionEs su cumpleaños y, como cada fecha especial debe de ser, cumple 24 felices años celebrándolos junto a él.