El despertador sonó en toda la habitación y Lina abrió los ojos con pesadez, odiaba aquel molesto ruido, estiró su brazo y apago el exasperante sonido.
Como pudo se sentó en su cama y se miró en el pequeño espejo que se encontraba frente a ella.
Tenía el cabello castaño claro, era una larga melena con rizos, tez morena y grandes ojos verdes acompañados con unas pestañas largas pero rectas, su nariz era fina al igual que sus labios.
La puerta de vi su habitación se abrió y acto seguido apareció su madre detrás de esta con una sonrisa.
- Que bueno ya encontrarte despierta cariño, ¿Como has amanecido?.-Preguntó su mama mientras la ayudaba a sentarse en su silla de ruedas.
Lina le devolvió la sonrisa.
- Bien, supongo.
Su madre tomó los mangos de la silla de ruedas y ambas se dirigían al baño, como su rutina cada mañana.
Una vez que la muchacha ya estaba lista, volvieron a la habitación para que pudiera vestirse.
La madre de Lina le busco el atuendo preferido de ella, ya que sabia que se pondría feliz. Luego de sufrir un poco al ayudar a vestir a Lina se dirigieron a la cocina a comer un poco. El plato era huevos fritos, tocinetas y una rebanada de pan, tal cual como le gustaba a Lina.
Todo ese día se la pasaron juntas ya que la madre de Lina le habían dado el día libre. Jugaron diferentes juegos de mesas, vieron películas y un sin fin de cosas.
***
El timbre de su casa sonó y su madre se levantó del sofá en donde ambas se encontraban.
Su madre abrió la puerta y luego una mujer de estatura mediana y algo rechoncha entró.
Lina le sonrió a la mujer, su nombre era Rosa y ella era la que le daba clases en su hogar, no podía ir al instituto debido a su situación, incluso su madre había hablado con la directora de su antiguo colegio diciendo que contrataría a alguien para que se encargara de su hija, sin embargo la directora se negó; Lina al saber esto se decepcionó, ella realmente quería ir como una chica normal.
Rosa se acercó hasta la muchacha y la saludó con un gran abrazo y un beso en la mejilla.
- Te traje un regalo.
- Pero si hoy no es mi cumpleaños.- Dijo la muchacha confundida.
- Eso ya lo se, pero pase por una tienda de dulces y te traje esto.- Dijo y luego sacó de su cartera una bolsa transparente que contenía muchos chocolates y luego se la entrego a la morena.
Lina pensó que la estaban tratando como a una niña y ella ya tenía 17 años, pero sin prestarle mucha importancia se encogió de hombros y tomó la bolsa de los chocolates.
- Gracias Rosa.
- No hay de que, ahora vamos a empezar con las clases.- Dijo la mujer.
Luego de de que Rosa termino de enseñarle un tema nuevo de matemáticas se fue con la simpatía que le caracterizaba.
En este día Lina no se sentía tan triste como todos los días después de su accidente.
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Broken smile
Teen FictionEran las 7:00 pm y la pequeña Lina se encontraba de regreso del viaje que tanto le había gustado junto a sus tíos y primos. Ella se estaba quedando dormida cuando de repente escuchó unos gritos provenientes de la parte delantera del auto, abrió los...