Capítulo 1

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Abrió los ojos y se deslumbró. Una esfera brillante y amarilla se encontraba en la trayectoria de su mirada. Giró la cabeza en un acto reflejo para no lastimarse los ojos. Miró a los lados, pero no alcanzó a ver nada, estaba tumbada y rodeada de vegetación.

Todo aquello era extraño para ella, no recordaba haber visto nada como aquello en su vida. Ahora que lo pensaba, no tenía recuerdos, en su mente solo había vacío. Era como si fuese una recién nacida, se encontraba sola en un mundo totalmente nuevo para ella. ¿Qué era esa cosa que si la mirabas demasiado tiempo te dañaba la vista? ¿Qué eran esas cosas verdes que nacían desde la tierra donde ella estaba tumbada?

Estaba hecha un lío y de tanto pensar cómo podía haber llegado hasta allí, le empezó a doler la cabeza. Sin poder evitarlo, sus párpados comenzaron a bajar lentamente hasta que se sumió en un sueño profundo.

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-      -  Lleva dormida cuatro horas y cuando la encontré ya estaba así. Es posible que no se encuentre bien, deberíamos llevarla al hospital.

-      -  Nyko, solo a ti se te ocurre traerla a casa. ¿Y si tiene alguna enfermedad contagiosa? ¿Y si es una ladrona? ¿Acaso tu madre nunca te enseñó que no se metían extraños en casa?

-     -  Papá, eres un desconsiderado. No podía dejarla tirada en el jardín, le podría haber pasado algo. Además, seguro que es una comerciante del sur que se ha perdido. Con el calor que hace se habrá mareado y habrá caído. No te preocupes, yo me encargaré de ella. Ahora vamos a comer algo, si seguimos aquí hablando la vamos a despertar y se va a llevar un susto.

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El ruido de una puerta cerrándose la despertó. Ya no veía la esfera brillante ni la vegetación, ahora estaba oscuro y ella estaba tumbada en algo mullido. Se encontraba en una pequeña estancia sin demasiadas cosas. La cama donde ella se encontraba, una mesita de madera y su correspondiente silla eran el único mobiliario de aquella habitación. Pero ella no reconocía ninguna de aquellas figuras. Todo, absolutamente todo, era nuevo para ella. Se sentía fuera de lugar y no tenía ni idea de qué podía hacer. Lo único que sabía era que podía pensar, su mente divagaba intentando explicar qué hacía allí.

Tuvo la sensación de frío pero, ¿dónde? Se irguió y miró hacia sus pies instintivamente. ¿Eran suyos? ¿Esas cosas formaban parte de ella misma? Fue subiendo la vista poco a poco y descubrió su cuerpo. Tenía piernas, torso, brazos, manos…

Volvió a sentirse mareada, no podía creerse lo que estaba viendo. Resulta que además de mente, instrumento que le permitía pensar, tenía un cuerpo. Todas esas extremidades le pertenecían. Y lo más sorprendente, sentía. Tenía frío en los pies, le picaba la cabeza y un sabor amargo le inundaba la garganta.

Así que soy una mezcla de mente y cuerpo. Con la mente pienso y con el cuerpo siento. Parece divertido – pensó.

Siguió experimentando sensaciones nuevas con su cuerpo hasta que un movimiento en la puerta de la habitación le llamó la atención e hizo que volviese la vista hacia esa dirección. Sin embargo, pronto se arrepintió de haber dejado sus fantásticas experimentaciones para otro momento y haber girado la cabeza hacia la puerta.

Una cabeza parecida a la suya asomó por la puerta y la miró fijamente con unos ojos oscuros. El aspecto de aquella cosa la aterrorizó.

Parece igual que yo. Tiene cabeza, brazos, manos…Es de mi especie. No tengo por qué tenerle miedo – pensó, intentando tranquilizarse a sí misma.

-      -  ¿Estás bien? ¿Cómo te encuentras? Llevas más de medio día dormida, ¿qué te ha pasado? – Nyko la sacó de sus pensamientos.

Los intentos de tranquilizarse a sí misma fracasaron. ¿Qué estaba haciendo aquella cosa? ¿Estaba emitiendo sonidos? No sabía qué significaban esa especie de gruñidos, pero a ella le estaban asustando mucho. Su instinto la obligó a taparse la cara con la manta que tenía encima para intentar alejar de su mente la imagen de aquella cosa extraña emitesonidos. Pero sin saber cómo, empezó a notar que la manta se bajaba. El miedo volvió a apoderarse de ella hasta que notó algo rodeándole el cuerpo. La cosa de ojos oscuros estaba agarrando su cuerpo, atrayéndola hacia él. No sabía si aquel gesto era bueno o malo, si debía permanecer quieta o echar a correr. Sin embargo, la sensación le gustaba y parecía que aquella cosa no tenía intenciones de lastimarla.

De pronto, se le empezó a nublar la vista y la sensación de bienestar se esfumó. Había perdido el conocimiento de nuevo.

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