1: En el aire.

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En el aire.

Estaba volando.

¡Estaba volando!

La última vez que había sentido eso, fue cuando habíamos ido a Costa Rica y rogué a mis padres para practicar caída libre. Todo cambiaba de colores y texturas. Una inconfundible melodía llenó mi cerebro y reí, rodando sobre mi propio eje.

I believe I can fly... I believe I can touch the sky...

Risas burbujeantes - ¡burbujas! Redondas y transparentes burbujas aparecieron y traté de explotarlas- flotaron a través de la deliciosa bruma en la cual volaba.

- Dios, Becka...

- Es una maldita psicópata.

- Si, pero es una maldita psicópata brillante.

Más risas. Más palabras. Comentarios, personas, manos... todo comenzó a aclarase. Y yo comencé a descender. Una leve tristeza me embriagó, pero la sensación de paz y recuerdo de euforia la cubrió casi por completo.

- ¡Está aclarándose! ¡Miren! -sombras borrosas de rostros aparecieron en mi campo visual, inclinándose.

- Que mal. Estaba deseando tocar...

- Ni te atrevas -murmuré, percibiendo apenas la sonrisa que partía mi cara en dos.

Palmadas azotaron delicadamente mis hombros y unas manos los tomaron, empujándome hacia arriba. Yo ya estaba arriba, pensé lamentándome. Abrí los ojos y los cerré de nuevo. Mucha luz. Chillé.

- Vamos Becka, pareces una gata follando.

- Creo que ella preferiría el término "fornicar".

- Yo prefierro el término "pareces un vampirro" y no algo tan ashqueroso como eso -logró pronunciar mi adormilada lengua.

Unos dedos toaron mis parpados y los abrieron. Di manotazos a diestro y siniestro. Un pesado brazo cayó sobre mis hombros y casi sucumbo bajo su peso. Rodé los ojos aun cerrados.

- Vamos Becka, abre tus hermosos ojos. Quiero ver lo hechos mierda que deben estar -Gabriel me espetó fríamente.

- No seas así conmigo, Gabriel.

Oí un resoplido y un peso que no había sentido antes se alejó de mi. Poco a poco, fui abriendo un ojo y después el otro. Y todos comenzaron a gritar.

- ¡AAAHHH! ¿¡QUÉ MIERDA!?

- ¿¡QUÉ DEMONIOS ES ESO...!?

Me levanté de un tirón y miré frenéticamente de un lado a otro. Auch. Ni siquiera tenía completa sensibilidad en las piernas. Caí de culo en el piso.

- ¿QUÉ PASA? ¿QUÉ PASA?

Como sacado de película, todos me apuntaron y gritaron al unísono.

- ¡TUS OJOS! ¡TUS OJOS!

Ah. Bueno, gran parte de mi alarma se fue. Ojos rojos no era nuevo en mi, nada que unas gotas pudieran resolver. Pensando en eso, otra vez me asaltó la alarma. Debían tener algo más. Temblando, me las arreglé para doblar las piernas.

- Por amor a Dios, díganme que tienen.

Aun con caras horrorizadas, me levantaron por los brazos y condujeron mi débil ser hasta el baño. Ya en el espejo, me entraron ganas de reir. Mi boca se veía excesivamente grande y miles de pecas cobrizas cubrían mi rostro por completo. Sonriendo, miré a mis ojos y...

- ¡AAAHHH! ¡POR DIOS! ¿QUÉ MIERDA TIENEN? -chillé a todo pulmón y me separé de los que sostenían mi cuerpo, que ahora mágicamente había recobrado toda la agilidad y estabilidad. Choqué mis manos a cada lado del marco del espejo.

Drogas y SonrisasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora