Eso quise creer en el momento, la realidad es que había fijado su mirada en mi. Como si yo llevase alguna prenda escandalosa o mi rostro le resultase familiar, aún sigo sin poder describir ni ejemplificar con precisión aquella mirada.
Me provocó inquietud, quise devolvérsela pero imitar acciones es como dar un pase y yo no tenía ni el más mínimo interés en conocerle.
Sin despegar la mirada sobre mí, se acercó y saludó a todos, hasta a Anais. Acto seguido, paró en frente de mi y me extendió la mano.
-Samuel. Dijo en medio de una pequeña sonrisa.
Me limité a sonreír prensando los labios mientras estrechaba su mano.
-Se llama Andrea, es un poco tímida. Dijo Anais, interviniendo. Eso hizo que Internamente solo quisiese tomarla por el cabello y lanzarla del balcón.
No es que sea tímida, el detalle está en que sencillamente no quería conocerlo.
-Entiendo, no hay ningún problema- dijo Samuel, soltando una leve carcajada.
Miró hacía todos lados, como en busca de algo y dijo:
-Ya vuelvo, buscaré una silla-
Y se fue.
Aproximadamente 4 minutos después, regresó con un balde blanco de agua.
Lo puso al revés en el suelo, a mi lado. A mi derecha.
-Qué fastidio, me lo gané. Pensé
-Lindo puff, en qué tienda lo compraste? Le dije sarcásticamente.
Respondió:
-Muy chistosa, la verdad no recuerdo. Creo que en el exterior. Pero creo que más lindos son tus hoyuelos. Exclamó sonriendo.
Correspondí devolviendo una sonrisa y saqué mi teléfono del bolsillo para evitar mantener una conversación.
-Bien estúpida hay que ser para caer en esas palabras- pensé, mientras revisaba mi galería de fotos.
Al parecer comprendió porque dejó de mirarme y prosiguió a hablar con los muchachos.
Ya yo había terminado de ver mi galería y no tenía nada más que revisar en el teléfono, así que lo guardé de nuevo en mi bolsillo y permanecí escuchando las conversaciones de los que me rodeaban, no eran muy inteligentes pero compensaba lo gracioso.
Hasta que Anais comenzó a hablar sobre mí.
-Por favor, no. Pensé, mirándola fijamente.
No paró de hablar y comencé a sentir vergüenza.
-Y tienen que ver las manos de Andrea Valentina Hidalgo Pérez, son muy pequeñas y suaves. Parecen de bebé. Dijo Anais.
Samuel sin preguntar tomó mi mano derecha y comenzó a palparla. Me pareció un acto atrevido pero me mantuve en silencio.
-¡Es verdad!- dijo, confirmando las palabras de Anais.
Y entrelazó su mano con la mía.
Continúo hablando con los muchachos como si nada.
Yo también intervine en la conversación un par de veces, Samuel no soltaba mi mano pero me pareció algo irrelevante.
Ya eran las 2:30 a.m.
Samuel soltó mi mano y fue dentro a la casa para llamar a un taxi.
Cuando se devolvió me dio su teléfono.
El blog de notas estaba abierto, el título era mi nombre completo y la nota tenía lo siguiente:
Pin:
Número:
Entendí que esperaba que lo rellenara.
Lo hice.
Le devolví el teléfono y me dijo.
-No tengo megas pero cuando recargue prometo escribirte. Me dijo, serio.
-Ok. Respondí, confundida.
Al parecer todos los muchachos se iban en el mismo taxi con Samuel.
Samuel me pregunta:
-En qué te vas tú?
Anais interviene y responde por mi:
-Vivimos cerca, iremos a pie.
-Qué? están locas, si es tan cerca prefiero pedirle el favor al taxista- dijo Samuel, lucía preocupado.
Se escuchó una corneta.
-Ya llegó mi taxi, vamos. Exclamó.
Me despedí de Wallace y seguí a Samuel, detrás de mi venían los muchachos.
El carro era un spark negro.
Samuel habló con el chofer y solo conseguí oír un "muchas gracias"
En el puesto del copiloto se sentó la chica que estaba con nosotros.
Detrás primero entraron los dos muchachos y luego Anais.
No había espacio para Samuel y yo.
-¡En las piernas!- gritó uno de los muchachos.
Samuel se sentó en las piernas del chico que estaba en el medio y yo en las de Anais.
El chófer pregunta a donde ir primero.
Anais indicó la dirección, que era súper cerca.
Samuel volvió a entrelazar su mano con la mía.
Llegamos a casa de Anais y di las gracias al chofer. Dije chao a todos, incluso a Samuel. Él me vio extrañado, creo que esperaba un beso en la mejilla pero no.
Me bajé de las piernas de Anais para salir del taxi y luego ella salió.
Mientras Anais abría la puerta dijo:
-Viste, mi instito de mejor amiga no falla. Samuel te gustó.
Respondí:
-Estúpida, claro que no. Abre rápido que mi instinto de supervivencia es el que no falla.
ESTÁS LEYENDO
Lo que dejamos en Venezuela
RomanceSiempre escogí las personas con las que me llegué a relacionar de alguna forma u otra. En este caso, fuiste tú quien me escogió a mí y esta historia fue el resultado de la alteración de los factores...