El día termino sin ningún contratiempo, los profesores se habían esmerado en concluir a tiempo sus clases hoy, y eso no era cosa de todos los días. Monte mi coche y salí con cuidado del estacionamiento, la universidad a la que voy, está llena de chicos adinerados y algún que otro pariente de los reyes vigentes. Tiene mucho prestigio, y aun así no se puede decir que sus actividades no se ven afectadas por los eventos sociales "importantes" que últimamente envuelven a la ciudad.
La zona residencial donde vivo con mi familia, queda prácticamente del otro lado de la ciudad y es todo un embrollo llegar hasta allí. Sin embargo, mi idea de irme a vivir sola ha sido rotundamente rechazada por los tres miembros de mi familia, y sí, aunque ya tenga la edad legal para "lanzarme al mundo" el solo hecho de haber nacido en una familia poderosa me limita más de lo que parece. Las calles estaban algo transitadas, pero al punto de generar un embotellamiento cosa que agradecía internamente, aunque las clases no hayan sido densas como de costumbre, el cansancio mental que tengo acumulado por los días de exámenes es bastante. La brisa de la noche es relajante, con un ápice de humedad, seguramente lloverá muy pronto; eso es exactamente lo que necesito, un día lluvioso en el que solo me preocupe por qué película voy a ver y cuánto tiempo voy a dormir.
Pasando las primeras tres cuadras se encuentra la mansión de mi familia. Una casa enorme de color crema y con un jardín trasero precioso. La cochera estaba hasta el fondo, allí no solo se guardaban los autos de los miembros de la familia sino también algunos insumos de jardinería pesados y algún que otro repuesto para los coches. No soy muy fan de los autos, a decir verdad, pero me gusta poder decir que no dependo de nadie para movilizarme cuando lo necesito, mucho tiempo tuve que depender del chofer de mi madre y debo decir que ha sido lo peor. Definitivamente este fue el mejor regalo de cumpleaños que pudo haberme hecho mi padre, pues sí no he pedido una fiesta como la mayoría de mis conocidas y amigas, no van esas cosas y menos con la locura que se carga mi madre de querer ponerle lujo a todo.
No entro por la puerta principal generalmente, me gusta pasar por la cocina y saludar al personal que prepara la cena, también suelo hablar con ellos un rato antes de ir a saludar a mi familia. Tenemos una regla primordial, la cual ha sido modificada un poco últimamente debido a las responsabilidades de los miembros, ni bien llegamos pasamos a saludar a los demás integrantes si es que alguno ya llegó, claro, y luego pasamos a esperar por el resto en la sala. Había un horario de llegada, pero este se sacó pues ya no podíamos garantizar que volveríamos a esa hora. Menos ahora que tanto mis horarios como los de mis padres han sido modificados recientemente.
Llegando a la sala me tope con mi padre leyendo el periódico de otro país, muy concentrado en ello, usa gafas desde siempre y le quedan muy bien, para ser un hombre mayor de cincuenta se mantiene, aunque esa maña de usar traje dentro de la casa no se quita para nada.
-Papá-dije abrazándolo cariñosamente- ¿Cómo has estado?
-Bien, cariño, ¿Qué tal tu día? Llegaste temprano-dijo doblando el periódico y dedicándome toda su atención.
-Podemos decir que bien, han acortado las clases por el evento de mañana-esto último lo dije con un cierto sarcasmo que hizo estallar de la risa a mi padre.
Compartimos el mismo humor, aunque no siempre estamos de acuerdo, pues, aunque tanto él como mi madre intentan "modernizarse" no pueden dejar su anticuada formación de lado, y en parte los entiendo. Me senté a su lado en el mullido sillón que ha sido una completa pegada de mi madre, es lo más cómodo del mundo; que por cierto es la gran creadora de la "reglas" y no está aquí todavía. Mientras los esperamos mi padre se la paso contándome cosas de la empresa, no me llamaba mucho la atención el negocio familiar y sé bien que él único que si quiere manejarlo es mi querido hermano, aun así, no desisten de la idea de que eventualmente llegará a gustarme.
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La Obsesión del Príncipe
Romance-No pienso casarme con él y es mi última palabra. -Deberías saber, hermanita, que no estás en posición de exigir nada. Aquel príncipe que supo visitar una vez, se ha obsesionado con la joven menos calificada para ser su esposa ¿Podrá el príncipe con...