22 y 31

2K 185 74
                                    

.

.

.

Un lujoso automóvil de color gris plateado deambulaba por la avenida principal del centro universitario de Shiganshina, más precisamente buscando un espacio donde aparcar. Era una tarea dificultosa, pues aún faltaban minutos para las ocho de la noche, hora de salida de sus alumnos y profesores vespertinos, por lo que el aparcamiento y sus alrededores aún se encontraba ocupados de los coches de estos mismos.

Por otro lado, a las afueras de los edificios de su facultad, tres jóvenes estudiantes se marchaban un poco más temprano de lo usual, con rumbo fijo a la salida del recinto universitario y un claro propósito de volver a sus casas después de un agotador día en ese horrible presidio.

—Ahhhhhh, me muero de hambre. Ya quiero regresar a la casaaaa —sollozó con pesar la chica de cabello castaño.

—Sasha, compórtate un poco. Llamas la atención.

—¡Annie! Esta noche te toca la cena ¿qué prepararás? —preguntó aún más fuerte Sasha, ignorando el disgusto de la otra— ¿puede ser pollo frito? ¿o mejor carne de cerdo? ¡Ya sé! ¿qué tal un pavo relleno de carne y pollo frito? —Annie igualmente la ignoró, y volteando el rostro murmuró un apenas inteligible "haz tus propios alimentos, fastidiosa".

Mientras esto ocurría, su tercer acompañante no comentaba absolutamente nada. Solo se limitaba a observar fijamente sus infantiles y muy típicas peleas de compañeras de piso con un gesto ausente.

—Ahhhh, Annie por favorrrr, deberías de ser más condescendiente conmigo, ¿no es así Mikasa?

La aludida no se dio cuenta de que la llamaban, pues continuaba con la mirada perdida, y la mente paseando por otros rumbos desconocidos, incluso para ellas, sus mejores amigas.

—Mikasa, ¡Mikasaaaa!

Obtuvieron cero respuestas.

—Mikasaaaaa.

—Oye, Mikasa —la rubia, percatándose de su comportamiento aletargado, decidió intervenir—, ¡despierta idiota!

—¿Eh? —la muchacha dio un respingo del susto, tanto por el grito como por un leve golpe al hombro propinado—, ¿qué ocurre?

—Que llevamos tratando de llamar tu atención desde hace un rato, pero estabas como ida —le replicó Sasha.

—Sí —se limitó a musitar Annie, sin remordimientos, observando con excesivo detenimiento a la morena—. ¿Hay algo que... quieras compartir con nosotras?

Los ojos de Mikasa se abrieron ligeramente por la sorpresa, pero su rostro no mostró ninguna otra expresión que la delatara. Por lo que solo giró la cabeza por reflejo, encontrando, fortuitamente, al que sería su "salvación".

—No ocurre nada —dijo escuetamente—. Tengo que irme, adiós.

—¿Eh? Espera, ¡Mikasa! ¿adónde... —Sasha trató de ir tras ella, pero fue repentinamente bloqueada por Annie.

—Déjala. Ella decidirá el mejor momento para hablar.

—¡Pero Annie! Mikasa es nuestra amiga, ¿y si tiene algún problema grave? —al igual que la pelinegra, la rubia se alejó ignorando despiadadamente a la castaña, que corrió tras ella— ¡Oye, no te vayas! Esperaaa.

.

El corazón de Mikasa había comenzado a latir con una fuerza impresionante. Mientras caminaba en dirección al vehículo apartado, sentía cómo éste aumentaba su velocidad y lo hacía con muchísimo más frenesí, y eso era resultado de solo vislumbrar la silueta masculina a través del opaco parabrisas. Ya no le importaba si era normal o no sentirse de esa manera, a estas alturas ya tenía bien asumida su posición y no creía que se pudiera hacer algo al respecto. De ahora en adelante se dedicaría a disfrutar de los momentos junto a él sin importarle si se fueran a acabar pronto. Se haría responsable de sus sentimientos y las consecuencias que conllevaban, aunque no estaba segura de que si él estaba dispuesto a hacer lo mismo.

22 y 31Donde viven las historias. Descúbrelo ahora