Primer especial

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- No.
- Por favor.
- No.
- Por favor, por favor.
- Ya dije que no.

La chica bufó con fuerza, ella no quería, necesitaba, ese helado, y Subaru no la dejaba salir.

No era como si sus antojos fueran muy descabellados, porque está muy segura de que solo una vez pidió pepino con crema de maní, así que no tardó en agrandar su puchero.

Era su segundo embarazo, pero él seguía tan paranoico como el día en que le dijo que serían padres.

Sonrió al pensar en eso, los niños estaban con Reiji y ella podría darse el lujo de comer cuanto helado quisiera, pero frunció el ceño mirando a Subaru, borrando su momentánea sonrisa.

- Te odio, quiero el divorcio.
- Claro, ¿justo ahora o primero pasamos por el helado?

Sonrió y se levantó para ir directamente a sus brazos, se sentía tan consentida por él, sin quejarse, claro.

Un poco brusca rompió el abrazo y con mucho esfuerzo tiró del chico, los abrazos pueden esperar, el helado no. Caminó graciosamente con los ánimos hasta el cielo, pero al entrar al auto suspiró fuertemente.

- ¡Vamos! Estás agotada y literalmente solo bajaste dos escalones.
- Pudiste cargarme.
- Pero tu independencia es alucinante, cariño.

Rodó los ojos mientras Subaru reía y encendió la radio, cantando con fuerza una de esas populares y cursis canciones que parecían salir hasta por debajo de las piedras solo para molestarlo, aprovechando para preguntar cada dos minutos qué tanto faltaba para llegar.

- Mucho.
- Pero desde aquí estoy viendo la heladería.
- Pero si yo digo que falta mucho es que falta mucho.
- ¡Uy! Don gruñón.
- Podría dejarte aquí para que camines.
- ¿En serio me vas a dejar una cuadra antes de llegar?
- Prueba tu suerte, cielo.

Él sonrió mientras ella hacía un puchero, se veía tan linda a pesar de que un pájaro podía estar viviendo en su cabello y su cara aún estuviera hinchada porque recién había despertado.

Según lo previsto por Subaru, porque, Dios, la conocía tan bien, pidió cada sabor y, apesar de probar todos, solo comió dos y los demás para llevar. Hubo un tiempo dónde él incluso pensó en comprar una pequeña hielera, porque, embarazada o no, siempre hacía lo mismo.

Le colocó el cinturón y acomodó el cabello de su rostro, se había quedado dormida mientras lo esperaba en el auto. Como siempre, besó su mejilla y condujo hasta la mansión, donde a pesar de hacer el intento de despertarla, uno muy vano, por cierto, terminó por cargarla hasta su habitación.

Se acostó junto a ella en la cama y sonrió ampliamente mientras la apegaba a sí, se sentía tan feliz de solo mirarla, incluso dejando de pensar en el helado que se derritiría porque seguía en el auto. Pero bueno, solo la abrazaría un poco y después iría al auto, guardaría todo en su lugar y problema resuelto. 

Claro, eso sería lo ideal, si tan solo hubiera pasado, porque en el momento en que el calor que desprendía el cuerpo ajeno y la comodidad de la cama, una fuerza superior a él le hizo caer profundamente dormido.






Bueno, traigo este primer especial después de muuuuucho tiempo, y evidentemente, la redacción es diferente, así que estaré editando algunas partes, pero no demasiado para que no pierda su escencia ¿?

Yyyyyy, gracias por esperar dos eclipses para leer mis especiales, besitos, bai. 

30 Rosas Rojas [Subaru Sakamaki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora