Segundo Especial

686 65 2
                                    

Una fuerte oleada de enojo, frustración y auténticas ganas de llorar se apoderaron de su cuerpo, dejando salir un bufido y cerrando los ojos para intentar relajarse, pensando en a quién demonios le gustaría estar rodeado de gente que, literalmente, apestaban, se movían como desquiciados y gritaban cada que podían.

La respuesta llegó como una fuerte palmada en su frente, kaori, aunque no estaba sorprendido, después de todo había sido él quien sugirió ir al concierto de la banda favorita de la chica, aunque evidentemente olvidó el tipo de música que le gustaba y ahora estaba ahí, malhumorado y siendo constantemente pisado y, tratando de pasar por alto con todas sus fuerzas, sintiendo su trasero ser tocado cada tanto. 

Se alejó un poco de la abrumadora multitud y comenzó a buscar la conocida mata de pelo, que ahora era de un azul rey que combinaba perfectamente con el estilo de la chica que lo poseía, volviendo más fácil el encontrar a su chica.

Al contrario de él, ella estaba pasándola de lo mejor, cantando con todo lo que podía y bailando sin pasos en específico, solo dejándose llevar por lo que tanto le gustaba. Un pensamiento estúpidamente cursi llegó a su cabeza, intentando con fuerza bloquearlo pero siendo imposible al tener la mirada perdida en la menor.

Que ella se viera tan feliz y disfrutando el momento hacía que cada pisotón y mano traviesa valiera la pena, permitiéndose pensar que no le  molestaría tanto pasar por eso un par de veces si la recompensa iba a ser verla tan llena de vida y esa luz propia que parecía irradiar en cada momento. 

Toda su atención se mantuvo en la bajita para hacer más soportable el momento, quedando embobado durante varios minutos hasta que la menor giró y encontró sus ojos, preguntándole con la mirada si lo estaba disfrutando, lo sabía porque la conocía malditamente bien y sentía que incluso podía adivinar algunos de sus pensamientos, claramente solo los coherentes.

Con su habitual cara de fastidio fingió desinterés, sabiendo que ella lo tomaría como que él esperaría pacientemente hasta que el concierto terminara, que no sería dentro de mucho porque, en cosas así, tres horas suelen ser poco y sintiéndose casi nada.

Dicho y hecho, un par de canciones más fue lo que dio por terminado el momento, el ambiente cambiando drásticamente mientras todos los fans que una vez estuvieron apretujándose entre ellos comenzaban a abandonar el lugar, dejando a los pocos que quedaban respirar y salir con calma del recinto.

El conocido contacto con una mano más pequeña y cálida fue lo que le sacó de su ensoñación, volteando a ver a la chica y sonriendo al ver que ella hacía lo mismo, viéndose tan contenta y llena de energía, aunque sabía mejor que nadie que solo bastaba que su cuerpo tocara el asiento y quedaría completamente dormida, agotada por toda la energía que había usado para moverse como loca durante el concierto.

Caminando sin prisa salieron del lugar, dejándose llevar por las tramposas palabras de los vendedores y comprando varios artículos de recuerdo que sabían que no necesitaban, pero que de igual manera compraron por montones durante su trayecto al auto.

Abrió la puerta para kaori y la hizo subir al asiento del copiloto, haciendo lo mismo con el del piloto y encendiendo el auto para, no mucho después, comenzar el trayecto hasta su hogar. Una vez que salió de la zona cercana al evento fue cuando notó la calma en las calles, por lo que intuía que la media noche ya era cercana. 

Sonrió al pensar que, dentro de no mucho, llegarían a casa, se pondría su cómoda pijama y dormiría hasta pasado el medio día, cosa que probablemente irritara a su hermano, pero eso solo lo hacía mejor. 

La paz terminó cuando la frase, esa tonta e impertinente frase, salió de los labios de la chica, causando el gracioso bailoteo del ojo del mayor. 

30 Rosas Rojas [Subaru Sakamaki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora