Escuché cómo aporreaban mi puerta. ¿Quién cojones sería? Odio que me interrumpan. Así que decidí hacer caso omiso y seguir aporreando mi saco cada vez más fuerte y a la vez los golpes de la puerta se intesificaban. ¿Qué pollas pasaba?
Abrí la puerta bruscamente haciendo que la persona que la estaba tocando cayese hacia adelante apunto de caerse al suelo. Que penoso, por Dios.
Y más pena aún cuando me cercioré de que era el pringado de Fred con el que debería compartir habitación. Pero claro, yo no soy de esos que comparten así que le obligo a que duerma en otro lado sino quiere una paliza, pero las vigilantes del pasillo tienen que creerse que duerme aquí. Si durmiese aquí me parece que no estaría tan sano como lo está ahora.
Fred tenía el pelo hacia un lado con mucha, mucha gomina y todo repeinado. Me daba asco. Y unas gafas de pasta que ocultaban sus ojos verdes. Para mí que ese nunca en su vida había tocado una teta.
- Esto... -se recolocó sus gafas por el puente- ¿Podrías dejar de hacer tanto ruido? No... no puedo estudiar.
Me reía en la cara del mamón este, vaya. Viene él todo dispuesto aquí a intentar hacerme dejar de hacer ruido y en cuanto me ve la cara, se acobarda. Si es que era para romperle las gafas.
- ¿Hago mucho ruido? -me encaré con él- ¿Y quieres que te cuente lo que me importa a mí si puedes o no estudiar?
Él tragó saliva y seguro que se arrepentía de haber venido. Dios cómo me encantaba intimidar.
- Yo... yo... -tartamudeaba el muy subnormal, pero lo interrumpí.
- Y dime -me acercé más a él- ¿Te cuento yo lo que me molesta de tí? -el miró a otro lado de la habitación y le pegué un manotazo para que me mirase- ¿Te cuento yo lo que me molesta que tengas el pelo que da asco y no puedo pegarte collejas? ¿Te cuento yo lo insufrible que eres cuando te quejas de todo? ¿Te cuento yo que no te va a servir de nada estudiar y que vas a acabar en un McDonnals? ¿Te cuento yo...?
- ¡Basta! No sigas, Niall.
¿Perdona? ¿El friki este de mierda me acababa de mandar a callar y se iba a quedar tan tranaquilo? ¿Pero quien se había creído que era? Uy la que le esperaba.
- ¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer, marginado de mierda? -junté nuestras frentes, me separé unos centímetros y le di un cabezazo en toda la frente haciendo que se cayera hacia atrás en el suelo. Era tan patético.
Le observé con una sonrisa cínica en mi rostro y los brazos cruzados. Este sensación de poder era la puta hostia, joder.
Fred se me quedó mirando indeciso, sin saber qué hacer. Era para reírse.
Se fue levantando lentamente sin dejar de mirarme a los ojos, aterrorizado. Caminaba hacia atrás, en dirección a la puerta. ¿En serio creía que se iba a escapar así como si fuese la presa y yo el león? Me cago el puta. Qué cagón de mierda. Tenía unas ganas enormes de reventarle la cabeza contra la pared. Di unos pasos hacia él y me quedé mirándole, él se había quedado paralizado. Sonreí para mis adentros. Entonces acercé rápidamente mi cara y rugí fuertemente haciendo que el friki se cagara en los pantalones y se fuera corriendo por el pasillo mientras gritaba.
Estuve riéndome a carcajada limpia durante un minuto. Más inútil no podía ser y anda lo que yo me reía con él.
Pero la gracia me duró poco porque enseguida apareció por la puerta, sin tocar nisiquiera la puerta 《Qué poco respeto y profesionalidad, vaya》, la vigilante de este pasillo. De nombre no-me-importa-esta-zorra-maquillada-de-sesenta.
Me quedé mirándola con las cejas levantadas esperando lo que sea que tuviese que decirme, aunque ya me hacía una ligera idea.
- ¿Qué es lo que ha pasado? -puso sus manos en su cintura, intentado seguramente intimidarme A MÍ. Otra cosa que era para reírse.
- Ya lo sabes así que no veo el motivo para explicárte algo que ya sabes -levantó las cejas indignada.
- Vamos a ver, Niall. ¡Le has hecho una brecha en la frente a tu compañero! -no sé, a mí no me causaba tanta importancia. Peores cosas había hecho.
- ¿Y? -me encantaba sacar de quicio a todo el mundo. Era genial. Y yo creo que la vieja estaba ya por tirarse por la ventana.
- ¿Cómo que y? Esto es el colmo -me miró fijamente- Te lo voy a decir clarito señorito Horan. Estamos aquí hartos ya de tu espantosa actitud. Y dado que hace ya como medio año que cumpliste los 18 y el Gobierno obliga a que los echemos del orfanato al cumplir la mayoría de edad. Pero nosotros hicimos una excepción contigo y te dejamos quedarte. ¿Y así nos lo pagas?
Se había motivado y todo la vieja. ¿Y qué quería que dijera? ¿Muchas gracias por todo, sois los mejores? Pues va a ser que no.
- Esto no es un orfanato. Es un internado. Estás ya tan vieja que se te va la memoria. ¿Te lo deletreo? In-ter-na-do. ¿Sabes cómo es ya, abuela? -alcé la voz como si le estuviera hablando a un disminuido mental.
Ella negó la cabeza repetidamente.
- No, Niall. Eres el único aquí que llama a esto internado. No es un internado. ¿Dieciocho años y todavía no lo has superado, Niall? Eres un niño huérfano. Tienes que hacerte a la idea de una vez que no tienes padres.
La miré a los ojos fijamente con una furia contenida en mi interior. ¿Quién pollas se creía que era para hablar de mi puta familia así? Qué asco de vieja, ojalá la atropellasen y se la comiesen cinco cerdos de lo gorda que está. Es que ya se había pasado. Nadie que hubiera hablado mal de mi familia seguía vivo para contarlo. Y ella no iba a ser menos. Me acerqué a ella y la encaré.
- ¿Qué es lo que has dicho? -le susurré con la voz llena de promesas oscuras.
- Niall... -ella estaba aterrorizada perdida- es hora de que te vayas de una vez. Y no vuelvas.
Y temblaba y todo, já.
- Sí, sí. Tú tranquila que yo me voy a ir de este sitio -ella se relajó y me acerqué a su oído para susurrarle- pero tú tampoco vas a estar aquí en veinticuatro horas. El infierno es un lugar muy bonito.
Le sonreí falsamente y observé la cara petrificada que se le había quedado. Esa misma cara sería la que tendría mañana cuando su cuerpo estuviera sin vida entre mis manos. Me dirigí a mi cama y me agaché para coger una pequeña maleta en la que tenía todo lo que me hacía falta.
Me encaminé a la puerta, no sin antes despedirme de mi querida amiga.
- Adiós, señora. Pero no para siempre, ese adiós ya te lo daré mañana.
Antes de girar la cabeza y irme por el pasillo, observé por el rabillo del ojo cómo se desmayaba.
Y así, concluía mi estancia en este puto internado. Y lo peor es que olía a perros muertos. No me habían dejado ducharme.
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atrévete » niall horan
ActionUn bebé arrancado de los brazos de su madre. Un hermoso bebé de ojos azules inocente. ¿Qué pasará cuando sea un adolescente? Las garras de la maldad hacen mella en su corazón volviéndolo vacío. Rencor. Maldad. Arrogante. Obsceno. Frío. Ignorante. Qu...