Sinopsis

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Me duele todo el cuerpo. Y aunque el poco sentido común que me queda me dice que la bala ha impactado solo en mi hombro izquierdo, cada parte de mi cuerpo me duele como si me estuvieran quemando viva. Arde mucho. No sé si podré soportarlo por mucho tiempo más. El ruido de las balas a mi alrededor y el de los gritos de la gente se empieza a volver un susurro, cada vez más flojo, cada vez más lejos.

No escucho nada, todo está en completo silencio, pero ¿por qué? Todo al mí alrededor es negro, no veo nada, pero espera, ¿Qué es eso? Veo una luz, blanca, muy blanca. Está lejos, pero quiero llegar a ella. Mis pies no avanzan, camino y camino y la luz sigue estando igual de lejos. Estoy cansada, los párpados se me están cerrando poco a poco. Tengo de resistir. Sigo andando, corro e incluso salto, pero no sirve de nada, no llego a la luz blanca. Los párpados se me cierran, pero sigo andando a oscuras, ¿estaré llegando? o ¿estaré igual de lejos? El cansancio poco a poco va ganando posiciones en mi cabeza, pero aun no gana. Resisto contra el sueño, ahora no por favor, necesito llegar a la luz. Es mi salvación, lo presiento. Sigo andando a ciegas, mis pies cada vez cuestan más moverse. Pesan mucho. Pero resisto y sigo, sigo. El camino es largo. Cada segundo que pasa más me desespero y más posiciones gana el cansancio, aunque aún no dejo que gane, no, aún no.

De repente mis pies empiezan a pesar menos. Cada vez que piso es como si flotara. Mis pies no llegan a tocar tierra. Me siento bien. El cansancio ya no está. ¿Significará eso que he llegado? Espero que sí. Espero algunos segundos, o eso parece. No pasa nada, ¿debería seguir andando? Tantas preguntas en mí cabeza que buscan respuestas, pero no hay. Siento como ya no hay ningún peso en mis párpados, así que despacio los abro. Muy, muy despacio. Tan despacio que empieza a doler. Tengo miedo, ¿y si sigo en la oscuridad? No quiero, quiero salir, pero ¿cómo? Cada vez que abro más mis ojos, pequeños rayos de luz blanca se cuelan entre las finas pestañas. Me duele. Solo puedo ver blanco, ¿es esta mi salvación? Abro más mis ojos, hasta tenerlos completamente abiertos. La luz me ciega. Cierro y abro los ojos despacio, acostumbrándome a la luz. Poco a poco voy distinguiendo cosas. Lo primero que captan mis ojos es una cama con sábanas blancas que parecen acabadas de comprar. Lo siguiente que puedo ver con precisión es una ventana, una grande ventana. La persiana está medio bajada. A mi lado puedo observar máquinas haciendo luces a cada segundo, ¿dónde estoy? De las máquinas salen cables. Los sigo con la mirada y acaban clavados en mis brazos. Por ellos pasan líquidos, o eso creo, de un color azul y rojo. Empiezo a observarme. Estoy tumbada en una cama igual que la de al lado con las mismas sábanas blancas perfectamente planchadas. Intento apoyarme en mis codos para poder observar mejor el entorno donde me encuentro, pero un dolor en el hombro izquierdo me lo impide, y entonces lo recuerdo todo.

El hombre chillándome, yo apuntando a él y a un hombre a mi derecha. Los dos apuntándome a mí. Los refuerzos no tardarán en llegar y justo cuando llegan, una bala, salida de la pistola que sostiene el hombre a mí derecha, impacta con fuerza y rapidez en mi hombro izquierdo, provocando así, caerme de rodillas para después quedarme tumbada en el frío suelo. Ahora que recuerdo de donde proviene el dolor de mi hombro, tengo una pregunta más. ¿Me encuentro en un hospital? Todo concuerda que sí. Pero espera... Si me encuentro en un hospital eso significa que... Mierda.

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2014 ⏰

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