"Ironía."

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Ironía era que para el Yamanaka, la Akimichi era más que perfecta, no sabía como explicar la atracción que hace más de tres años empezó a sentir por ella. Lo único que sabía, era que apreciaba de cierta manera la amistad que la muchacha morena le brindaba, porque era la única chica que había soportado sus insultos, la única que siempre estaba ahí cuando la necesitaba, esa que le había comentado que empezaba a gustar de un chico, lo que hizo que el rubio hiciera una leve mueca de desagrado, una rara sensación se había alojado en su estómago haciéndolo casi vomitar del malestar que provocaba imaginar a su morena con alguien más. Aún recordaba esa conversación que mantuvo con ella horas antes, sonriendo al perderse en sus recuerdos.

Oye Inojin......–La heredera del Clan Akimichi le había hablado con una voz suave, haciendo que el muchacho de tez pálida dejará su entrenamiento para acercarse a la morena, alzando una de sus cejas al observarla.

Dime, gordita.–Se encogió de hombros el muchacho mientras ponía toda su atención en su compañera, esperando que está le dijera lo que tenía que decir.

–Creo....que me gusta alguien.–Le respondió la joven, haciendo que el opuesto parpadeara varias veces, tratando de asimilar la confesión de la chica.

Los pensamientos del chico empezaron a mezclarse, tratando de negarse lo que su acompañante acababa de confesar, no podía creérselo. No podía pasarle eso, ella no podría estar gustando de alguien más que no fuera él, pero lo estaba, estaba interesada en alguien que no tenía que ver nada con su persona. Tragó saliva fuertemente, tragándose también el nudo que en su garganta había empezado a formarse, haciéndole sentir que se ahogaba con cada respiración que daba.

–¿D-de verdad? Vaya gordita, no sabía que habías crecido tanto como para gustar de alguien.–Una sonrisa falsa como las que su padre, cuando era niño, le había enseñado para librarse de aquellas situaciones en las cuales, sintiera que no podría sonreír sinceramente. Sin poder aguantarlo más, se excusó con su compañera para poder salir corriendo, sentía que pronto empezaría a decirle que él la quería, que la amaba. Que le molestaba porque siempre le había parecido hermosa, pero, que él no había querido asimilar sus sentimientos, porque Inojin Yamanaka era cobarde, porque nunca le había dicho a la Akimichi que se le estrujaba el corazón cuando la veía con alguien, cuando la veía con ese que seguramente le gustaba, con ese peliazul que ahora le había demostrado que él podía ganarle a su chica.

Recordaba haber ido a un bar a tomar un poco de sake, aunque no había bebido más de cuatro tragos porque nunca había sido buen amigo del alcohol. Pero lo que más le sorprendió es que media hora después, una joven morena de ojos amarillos había ingresado al local, observándolo fijamente, con ira, con rencor por haberse ido y abandonarla sin una explicación coherente.

Lo siguiente que sintió, fue como ella lo cogía de las manos, para así poder sacarlo de ese lugar. Iba a negar y a oponerse a irse, pero en ese estado no podía hacer nada más que dejarse arrastrar por su compañera, viendo cómo está lo llevaba a un pequeño "escondite" que Shikadai, ella y él habían hecho cuando apenas eran unos niños de 12 años, hace seis años y medio que estaba ese lugar, el lugar al cual acudían cuando no se sentían del todo bien.

–¿Qué quieres, gordita?–Balbuceó el joven de cabellera rubia, girando su mirada hacía las cosas que estaban en ese "cuartel" que años antes se habían empeñado en conseguir, y es que entrar la cama que se encontraba en la habitación había sido todo un fastidio, tal como su amigo solía decirle a todo lo que hacía.

Espero una respuesta por parte de su compañera, pero lo único que obtuvo fue una pequeña bofetada seguido de un beso que lo dejo atónito por más de dos minutos, para luego reaccionar nuevamente y corresponder el beso que la muchacha morena le daba. Estaba tan impresionado que cuando se alejó, la observo directamente a los ojos, aún si poder creérselo, era algo que no se lo había esperado.

Lo peor de todo, es que no era nada comparado con lo que la morena tenía planeado hacer, puesto que empezó a dar suave besos en la mandíbula del ojiverde, para luego empezar a descender hasta el cuello del susodicho, haciendo que se estremeciera ante los sutiles besos que ella le brindaba.

ChōChō....No creo que deberías hacer es.....–Las palabras del Yamanaka murieron en su garganta cuando sintió una de las manos de su compañera adentrándose en sus pantalones ninja, haciendo gruñir al más alto al verla jugar con su miembro ahora erecto. Se limitó a observar a la Akimichi mientras está lo masturbaba con una mano, en sus ojos podía observar el deseo acumulado y la diversión que le causaba verlo tan sonrojado y jadeante, más cuando sabía que la causante era ella.

El Yamanaka lanzó un leve gruñido al sentir como su estómago se contraía de placer, si la chica seguía así haría que se corriera mucho más rápido de lo que ambos esperaban, pero cuando estaba apunto de tocar el cielo con la punta de sus dedos, la menor soltó una leve carcajada retirando su mano del miembro del mayor.

En un abrir y cerrar de ojos, el chico de tez pálida se encontraba encima de su compañera, desnudo, presionando su erecto pene contra la entrada de la Akimichi, haciendo que ambos gimieran por la sensación que los invadía al estar de una manera tan íntima. Lentamente entro en ella, besándola para calmar sus gemidos y estimulando su clítoris con destreza, para apaciguar el dolor que le ocasionaba a su morena, ya que estaba arrebatándole la pureza que hasta ese día ella había reservado para aquel hombre que la hiciera entregarse a él, y es que Inojin no podía con tanta felicidad de saber, que también era correspondido.

Después de unos minutos moviendo sus caderas en un vaivén, notó como el dolor se había transformado en placer, haciendo que el joven colocará ambas manos a los costados de la cabeza de su chica, dando estocadas lentas pero profundas. Arremetiendo cada vez más rápido contra la chica, gruñendo por lo estrecha que esta se sentía, sin mencionar que con cada estocada sentía que moriría, porque cada vez sentía las paredes de la chica apretarlo más, haciéndolo alcanzar un nivel máximo de placer, que no tardó mucho en hacer que su cuerpo explotara, haciendo que su semilla se vaciara dentro de la joven. Luego de ambos haber terminado, se giró a observarla y esta le sonrió, para luego pronunciar las palabras que él jamás se hubiera imaginado;

Es hora de que despiertes, Inojin.–Fue lo último que escucho, antes de levantarse sobresaltado de su cama, observando cómo en ese extraño sueño el había mantenido relaciones sexuales con su amiga, más bien dicho, con su compañera.

Todo había sido un sueño, porque cuando se observó en el espejo, no había nada más que el reflejo de un niño de 14 años que empezaba a desarrollar, que empezaba a sentir deseos de amar, y vaya que ese sueño le había hecho descubrir algo nuevo. Y era, que Inojin Yamanaka, daría todo por salir con ChōChō Akimichi, porque la amaba de cierta manera.

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⏰ Última actualización: May 14, 2017 ⏰

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