Capítulo uno.

131 8 2
                                    

•H•

Salí del entrenamiento diario, Lorraine me esperaba en el parking en el auto y asiento del copiloto; debíamos llegar a mi edificio pues teníamos una de los eventos privados más prestigiosos de NY, en dichosa gala estaría el presidente, acompañado de su familia y entre ellos Lorraine, mi novia, manager, y dueña del Empire State.

Ella tenía sólo veintidós años y había hecho de su vida mucho más interesante que la mía, siendo boxeador profesional, millonario y conocido mundialmente. Su figura era delgada, cintura pequeña, alta, rubia, ojos color celeste que te cautivaban cada que tenían la oportunidad. De pechos y glúteos artificiales, pero sí que los sabía manejar muy bien.

Lorraine acomodó su vestido color beige y collar plateado.- Harry, te dejo en tu departamento, iré con mi hermana de compras-.

Fruncí el ceño, con la mirada fija en el camino-. Lor, ¿irás de compras ahora? -Miré mi reloj, marcaban las 5:47 pm-. ¿Te dará tiempo? -Cuestioné, doblando hacia la izquierda y aparcando a dos cuadras antes del edificio-.

-Debe darme tiempo -Ladeó la cabeza un poco, alzando una ceja y saliendo del auto del copiloto para sentarse en el del piloto, mientras yo salía colocándome una capucha negra, con lentes oscuros y una mochila-.

Besé cortamente sus labios colorados, comenzando a caminar a dicho edificio cubierto, a como me habían acostumbrado. Subí el ascensor, y por fin dentro del departamento me deshice de la capucha, tirándola a un lado. No me gustaba sentirme más que los demás, bueno, admito que sí, es genial.

Pero no con ciertas personas, por ejemplo Rita, la señora que trabajaba aquí haciendo limpieza, se iba por las noches y llegaba en las mañanas. Llevando trabajando para mí casi dieciséis años le había tomado cierto aprecio.

Caminé hacia la cocina, era un departamento grande, más bien penthouse, me gustaban las cosas frágiles, delicadas y fáciles de romper, por lo que habías objetos sumamente caros y de cristal por todos lados-. ¿Rita? -Pregunté en voz alta una vez allí y no verla ni escuchar ningún ruido-. ¿Estás arriba? -Voltee por inercia hacia arriba, subiendo las escaleras con rapidez y me quedé perplejo al verla tirada en el pasillo, con ojeras, pálida y una escoba en su mano-.

No estaba así cuando me fui, ella estaba muy bien, estaba grande de edad pues supuse que no sería algo grave. La tomé entre mis brazos y bajé más rápido de lo que imaginé, Lorraine me había traído en su coche por fortuna, una vez fuera metí a Rita con delicadeza en el asiento de atrás, comenzando a conducir a una velocidad que, estando ebrio acabaría muerto.

*

-¿Qué tiene, doctor? -Pregunté con mis manos entrelazadas, y poniéndome de pié-.

Dicho doctor checó su tabla por segunda vez, aclarando su garganta y comenzando a hacer preguntas. Por gigante fortuna (sólo en este caso) no me reconoció-. La señora tiene una enfermedad muy grave, ¿usted es su hijo? -Preguntó serio, ¿qué respondería?

-Lo soy, doctor, ¡dígame que tiene! -Comenzaba a desesperarme, y por ende comencé a tronarme los dedos-.

-La señora tiene una avanzada leucemia, por lo que parece la señora Rita no cumplía con sus horarios de comida, la falta de glóbulos rojos en la sangre es el causante de esto, esta enfermedad viene de la anemia no tratada, y dejar que avance y lamento decir que las posibilidades de que la señora sobreviva son muy escasas -Sus palabras me atravesaron, teniendo en cuenta que Rita anteriormente se había sentido mal, joder ¡no tenía idea!-.

No sabía qué hacer o decir, a lo que sólo asentí inseguramente, el doctor dejó que pasara a verla, se veía terriblemente mal y estaba conectada como a mil tubos de oxigeno. Ella era como mi segunda madre, miré mi reloj y marcaban las 7:12 pm y en eso reaccioné. ¡La gala!

**

Harry se marchó del hospital con todo el dolor del mundo, tenía que contactarse con el verdadero hijo de Rita; Louis Tomlinson, de dieciocho años, quien probablemente estaba en su mesa, haciendo tarea, apuntes, cálculos, balanceando sus pies de enfrente hacia atrás. Llamó a la casa de dicho chico, el cual corrió a contestar el teléfono con la ilusión de que sería su madre.

-¿Hola? -Su voz era delgada, aguda y a la vez suave, lo que causó un cosquilleo a Harry-.

-¿Eres Louis Tomlinson? -Sabía su nombre pues Rita se la vivía hablando de él-.

- -Afirmó inseguro-. ¿Quién habla, se le ofrece algo? mi madre no está. -Louis se encontraba preocupado pues nunca llamaba alguien que no fuese un familiar suyo, los cuales eran escasos y vivían lejos, y se preocupó aún más al escuchar la voz ronca y gruesa del otro lado de la línea, lo que le causó un escalofrío placentero-.

-No te diré quién soy, sólo ven a ver a tu madre al hospital de northwood, ella está muy mal.

-¿M-mi madre? ¿Qué tiene ella? ¿Qué hace en el hospital? -La inocencia del pequeño se notaba a kilómetros, lo que hizo que Harry se sintiera más mal aún-.

-Sólo ve a verla, y pregunta por ella. -Colgó el celular, mientras lo guardaba en su bolsillo, llegando a su departamento y vistiéndose con smoking para la gala antes mencionada y mierda, ya eran las 8:15 pm. Ya había comenzado.

Sobredosis •Larry•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora