Capítulo 2

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Aunque quisiera hacer caso a su padre, que no mucho, tenía que pasar por el bosque para llegar al pueblo.
Resopló.
-¿Y para qué quiero quedarme unos días? Si lo que quieres es estar solo dilo.
Le cayó una gota d agua en la nariz.
-¡No! Estúpidas nubes- le dió una patada al aire- teníais q llover justo hoy.
Siguió caminando por el sendero unas horas y para cuando el sol estaba a punto de ocultarse, las nubes cubrían el cielo de gris.
Cogió una piedra y la tiró lo mas lejos posible para maldecir el tiempo y salió del camino para buscar un escondrijo.
E

ncontró una pequeña cueva, minúscula diría yo.
Usó su capa como manta y se dispuso a pasar allí la noche.
Llevaba un par de horas dormido cuando un gruñido le despertó, acompañado de unos brillantes y enormes ojos amarillos.
Era un lobo, o quizá un sueño porque algo cayo del techo d la cueva, golpeándolo en la cabeza, haciendo que desapareciera tal y como había aparecido.

Al día siguiente reemprendió el camino.
No obstante algo le hacia sentir incómodo, la sensación de volver a sentir esos ojos amarillos en el cogote.
Oía las ramas de los arboles crujir y a los pájaros salir volando. Súbitamente, un estrepitoso ruido lo alejó de sus pensamientos. Era el crujido de una rama y de un gemido, como si alguien se hubiese caído al suelo.
Crac.
-¡Ay!
Se acercó a ver se donde provenía aquel ruido.
Había alguien caído al lado de un árbol.
-¿Estás...- preguntó, pero se detuvo al comprobar qué era.
Tenía la ropa hecha jirones, dientes afilados y unos grandes ojos amarillos.
-¡Ah!- gritó Ray.
-¿Pero por qué gritas? Calla.
-¡Tie..., tienes orejas!
-Y tú. ¿Me equivoco?-añadió incorporándose.
-¡Eres un lobo! Ese que ha estado robando tanto últimamente.
-Si, bueno, no lo creo. Pero gracias igual.
-Eres el lobo que intento atacarme anoche.- inquirió señalándola.
-Loba, si no te importa.
-¿Porqué le haces creer a todo el mundo que eres un monstruo peligroso?
-¿Y hace falta preguntar? El miedo los mantiene alejados, el hecho de que atraiga mas cazadores es un efecto colateral.- se encogió de hombros- Pero- continuó- yo no era ese lobo.
-¡Claro que sí! ¿porque me persigues?-trago saliva-¿vas a matarme?
-¡Perdona!- se quejo esta- Pero tú me tiraste una piedra en la cabeza nada mas llegar. Nadie entra o sale de este bosque si yo no quiero, iba a dejarte pasar pero me enfadaste. Si todos me llaman bestia ¿por que vas y atacas a la bestia?
Además, ese lobo iba a atacarte.
-Entonces...¿me salvaste la vida?
Ella se río. Se acercó mas a su cuello con sus dientes afilados como cuchillas.
-Claro que no. Eres mi presa, no la suya.

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