Emily Duval

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Era un día de finales de agosto, 28 concretamente. Era mi cumpleaños.
Me levanté de la cama con ganas de comerme el mundo y dispuesta a responder con gratitud a todas las felicitaciones de mis seres queridos e ignorar a las de Ravenswood.
A mi madre no le hizo mucha gracia que hiciese amigos allí ese verano, siempre me dijo que no me acostumbrara. Me resultó muy difícil el hecho de separarme de todos ellos, y con la esperanza de que algún día volveré a verles. Esto mismo le dije a mi madre, y su reacción fue seca y dolorosa.
- Estoy deseando volver para el año que viene - intentaba iniciar un tema de conversación con mi madre...
- Cielo, no creo que volvamos.
- Tienes que hacerlo, tus bases administrativas están aquí.
- El contable que contraté se ha mudado de Pensilvania, espero conseguir uno pronto y no volver a pasar por aquí.

¿Qué había que le preocupaba tanto? Quizá no le traiga buenos recuerdos volver al lugar donde conoció a mi padre. Ellos se separaron hace casi tres años, siempre les oía discutir sobre temas estúpidos, por lo menos para mí. A veces pienso que los adultos se preocupan por lo objetivo constantemente, que sólo se centran en un círculo de trabajo y familia, abandonando lo demás. En parte lo entiendo, necesitan cubrir gastos y encargarse de sus hijos. Por eso mismo, yo me sentí como un estorbo en la vida de mis padres y decidí abandonar mi casa por unos días.

Intenté descubrir, descubrir lo que mis padres me escondían. Necesitaba respuestas para un cuestionario completamente en blanco. Quise saber lo que significaban esas palabras en clave. La única pista que tenía era el nombre de Brendon, y podría ser cualquier persona.

Después de un día de expedición por el pueblo y otros cercanos, me paré a pensar lo que mis padres estarían haciendo. Supongo que preocupados, llamarían a la policía, o... A Brendon, nadie lo sabe. Dos días después decidí volver a casa, como si nada, con la excusa de que necesitaba desconectar y fui a casa de una amiga en Vermont. Ideé un plan nocturno y me colé en mi propia casa con el máximo sigilo posible.

Encontré sobres y cajas repletas de objetos y documentos que ni sabía que existían. Debí plantearme buscar en el trastero años atrás. Me quedé asombrada, perpleja, boquiabierta y todos sus semejantes al ver una caja con una palabra tachada. La diferencia de colores y grosores del trazo me permitió leer bastante claramente la palabra Brendon, sin ningún apellido ni Segundo nombre. ¿Qué tal impacto tiene Brendon en la vida de mis padres para dedicarle una caja entera con documentos suyos?

Después de este confuso acontecimiento, fui a planchar la oreja. No abrí la caja y el próximo día lo haría. Subí las escaleras hacia la buhardilla y cerré los ojos por primera vez en tres días.

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