Diario de una estudiante: Parte 1

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Suena el despertador. Me entra un nudo en el estómago, y me levanto de un salto. No es que me muera de ganas por empezar el colegio, todo lo contrario, pero cuanto antes afronte esta situación, mejor.

Estoy nerviosísima, hoy es mi primer día en el colegio Inglés 'Mr. Balboord school', y no conozco a nadie.

Como es mi primer día, mi madre me lleva en coche. Creo que nunca antes había estado más nerviosa, mi cabeza no para de preguntarse: Y si no le caigo bien a nadie? Y si no me entero cuando me hablen en inglés? Y si no hago amigos?

-Todo irá bien, ya lo verás. -Me dice mi madre intentando tranquilizarme.

Intento fingir una sonrisa, y me paso las manos por el pantalón, no paran de sudarme. Llegamos. Mi madre me deja a la puerta y veo que todos van hacia la parte de abajo, donde está el teatro. Me despido de mi madre con otra sonrisa fingida y me voy.

Estoy muy nerviosa, pero en ese instante, empiezo a pensar que este colegio me puede brindar oportunidades nuevas, nuevas amistades y emociones.

Todos se dirigen al teatro. Cuando fui a visitar el colegio me lo enseñaron y me dijeron que lo utilizaban cada martes para la asamblea, y en ocasiones especiales. Llegué y pillé un sitio dónde puede.

-Hola María! Cómo estás? Te tienes que sentar allí detrás, con los de tu curso!

-Hola Sra. Guerrero! Ah vale, voy.

La Sra. Guerrero era la que me enseñó el colegio cuando fui. Deberá ser la directora de relaciones externas o no se que rollo.

Llego a la parte de atrás, donde se supone que están los de mi edad. Le sonrío a una chica rubia que está a la silla de al lado. Los de detrás se giran para mirarme, y yo me estoy muriendo de la vergüenza. Pasan 10 minutos y el teatro todavía se está llenando. De repente, para mi sorpresa también, le pregunto a la de al lado:

-Hola! Aún no han dicho los grupos, verdad?

-No, aún no

-Ah vale, es que soy nueva y no me entero- Suelto, con una carcajada

-Ya... Yo soy Laura

-María, encantada

Nunca pensé que conocería alguien así, ni si quiera el año pasado me podía haber imaginado que iba a cambiarme de colegio sin conocer a nadie, que iba a ser capaz de ello, y esta chica me brindó confianza. Memorizé sus zapatos, ya que con el uniforme me iba a ser imposible de distinguir. Las bailarinas tenían una hebilla con forma de corazón. En ese momento empecé a confiar más en mi misma.

Pero aún no sabía lo que estaba a punto de suceder.

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