Resaca y Secretos

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Gire bruscamente buscando a Alan pero ya no estaba, mire el reloj "12:30 P.M"
A pasos pesados camine hasta el pasillo buscando a Jos pero no estaba en su cama, de pronto escuche ahorcadas y uno que otro lamento desde el baño, corrí tan rápido como pude.
-Joder ¿Estás bien?- exclamé, Jos se limpiaba el vomito con su camisa.
-No-No mires campanita, doy asco- susurro entre ahorcadas alzando su mano húmeda hacia mi.
-Jamás me darías asco- tome su mano para ayudarlo a levantarse -En las buenas y en las malas ¿recuerdas?- Se le escapó una débil sonrisa.
-Es el pacto que hicimos cuando nos conocimos- susurro. -Lo recuerdas-
-¿Cómo podría olvidarlo?-
Sus piernas se tambaleaban y su pegajosa camisa se pegaba a su pecho por el vomito.
-Debes recostarte- susurre mientras le señalaba la cama, de un solo golpe se quitó la camisa, la arrojó en una esquina y se envolvió en las cobijas.
-Descansa, iré a casa te veré lu...-
-Quédate- interrumpió.        

-Duerme junto a mí, juro que moriré- no podía negarme, no de nuevo, quizás era la última vez que podría estar cerca de él, lentamente me introduje a la cama también, con el rostro de Jos justo enfrente, sus largas pestañas cubrían casi todas sus mejillas.
-Alonso-  susurro con la cara clavada en las almohadas.
-¿Si?-
-Acercare... Tengo frío- con el cuerpo tembloroso me puse a tan solo unos centímetros, Jos Lucía mal, se veía muy mal pero no sólo por el alcohol que aún tenía en su sistema si no que, Lucía con miedo.
-Jos... ¿Está todo bien?- cuestione, sus enormes pestañas comenzaron a humedecerse -¿¡Jos!?- exclamé, sacó su mano de las cobijas con fuerza y la puso en mi nuca haciendo que nuestras narices se pegaran por completo, el aún tenía los ojos cerrados.
-No dejes que esto pase Alonso- sollozo, podía sentir el nudo en mi garganta, ya no parecía un simple delirio de borracho, parecía algo serio -No dejes que me vaya, por favor tienes que ayudarme- me sujetaba con tanta fuerza que me dolía la cabeza, estire los brazos envolviéndolo, teniéndolo aún más cerca, su pecho con mi pecho y nuestras piernas entre lazadas.
-Jos nada malo va a pasar- susurre -Solo estás borracho, debes tranquilizarte- pedí mientras enredaba mis dedos en sus rizos, deslizó su mano y la puso en mi mejilla.
-Me haces sentir en casa Alonso- susurro mientras abría sus hermosos ojos verdes cristalizados y tenuemente rojos por el alcohol.
-Jos... ¿A qué le tienes miedo?- susurre y de inmediato su cuerpo comenzó  a temblar.
-Yo voy a cuidar de ti, es una promesa, no tienes que temer- susurre, me miró, las lágrimas mojaron todo su rostro.
-Bésame- pidió, abrí los ojos como de plato.
-no... No puedo hacer eso- exclamé negando con la cabeza, Jos se acercó y beso mi mejilla sonreí con ternura.
-ahora es tu turno- pidió, mire todo su rostro me acerqué y bese su frente, me miró con atención se acercó y beso mi nariz pero esta vez no se detuvo, beso justo arriba de mi labios, lo mire solo unos segundos y lo hice, lo bese en los labios.
Jos me enamora demasiado, me excita demasiado, con el todo es demasiado, sus labios se sentían como probar extasis, todo mi cuerpo cosquilleo, es lo que había esperado toda la vida. Jos sonrió a mitad del beso.
-Te diré la verdad- hizo una pequeña pausa -Le temo a el...- susurro alejando su rostro del mío.
-¿Quién es el?- cuestione ahora con seriedad.
-A mi padre Alonso- susurro tembloroso, sentí como si me hubieran arrojado un balde de agua helada.

Me equivoqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora