Cinco

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Al volver a casa, traté de evitar a mi familia por completo. No saludé cuando llegué, no bajé a comer, ni siquiera me molesté en demostrar que estaba viva; es más, cuando entré a mi cuarto, me recosté, me puse los auriculares y me perdí en la música. No quería ver a nadie. Estaba muy enfadada con mi hermano, me sentía incómoda con mi madre, y mi padre… no estaba, eso era lo que más me dolía.

                Cuando era pequeña, todo era diferente. Papá estaba mucho más tiempo en casa, no tenía tantos viajes de negocios, ni tanto trabajo. Éramos una familia muy unida. Pero cuando mi tío, Dylan, murió, papá comenzó a distanciarse de nosotros. Peleaba más con mamá, ya no salía a jugar fútbol con Ethan, y no me preguntaba cómo había estado mi día.

                Recuerdo el día en el que mi tío murió, estábamos con papá pescando en el río, bueno, él pescaba y yo me recostaba a mirar las nubes. Ese día estaba contando una historia sobre el hombre que había encontrado ese lugar.

                -Cuando tenía tu edad, existió una persona que tenía muchos problemas en su vida. No lograba encontrar un lugar en el que pudiera estar tranquilo y pensar. La ciudad lo agobiaba…

                -¿Agobiaba? -repetí, confundida.

                -Lo siento, a veces olvido que eres una niña. La ciudad hacía que no pudiera estar en paz, lo molestaba. Entonces, decidió que iba a buscar un lugar al que todo el mundo pudiera ir para estar con sus seres queridos o quizás para que estuvieran solos y relajados. Después de buscar durante muchos, muchos, muchos años, lo encontró.

                -¿De verdad? -dije entusiasmada de que ese hombre lograra lo que se propuso.

                -Así es -respondió mi padre.

                -¿Y dónde está ese lugar? -pregunté intrigada.

                -Estamos en el -dijo, sonriente.

                -¡WOW! -grité mientras me paraba- ¡Es aquí! ¡Estamos aquí!

                Mi papá reía alegremente. Creo que esa fue la última vez que lo vi reírse de esa manera.

                -¿Cómo se llamaba el hombre, papi? -pregunté cuando paré de saltar y recorrer el lugar con mi vista.

                -Tiene muchos nombres, pero nadie sabe con exactitud. Algunos dicen que es hombre, otros que es mujer. Hay quienes dicen que no tiene nombre, y otros que lo cambia cada vez que le preguntan sobre ello. Es todo un misterio, ¿no, princesa?

                Asentí felizmente. Amaba tanto a papá, sus historias, su forma de hablar, como me enseñaba. Amaba todo de ese hombre.

                -Bien, creo que es hora de que volvamos a casa.

                -Esta bien -comenté, un poco triste.

                -¿Estás bien, princesa?

                -Si, solo que me gustaría estar más tiempo contigo. No quiero que trabajes. Quiero que estés conmigo y con el apestoso -así le decíamos todos a Ethan cuando insistía en pasar semanas sin bañarse. Llegaba un momento en el que nos hartábamos y la única solución que le quedaba a mi madre era bañarlo a la fuerza.

                -No te preocupes por eso. Cada vez que te sientas sola, triste, o que pienses que yo no estoy, ven aquí, siempre estaré aquí cuando me necesites. Porque este lugar, princesa, es nuestro lugar.

Comenzar de cero [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora