•Imprevedibile•

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Disclaimer: Los personajes de Saint Seiya: The Lost Canvas no me pertenecen.

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Pequeño drabble que se me ocurrió en medio de clases.

Enjoy!

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Kardia x Dégel

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Al principio pensaba que no congeniaría para nada con esa persona, y no estaba del todo equivocado. Después de todo, la primera impresión que me dio fue una bastante desastrosa.

— ¡Hey! Me llamo Kardia, aprendiz de mercenario. ¿Quién eres tú, niño? —

Sí, lo había tratado de niño, a pesar de que aparentaban tener la misma edad. Y luego constató de que así era. Aquello, en sí, no era desastroso, en lo absoluto.

Lo desastroso había sido que, al presentarse, el peli azul se sentó en la mesa en la que él había colocado unos frascos de contenido dudoso que su maestro le había asignado, y dado que la dichosa mesa era inestable y tenía la apariencia de ser muy vieja, terminó por romperse. Y con ello, Kardia cayó junto al montón de frascos que, al momento en que sus contenidos se mezclaron, terminó por crear una mini-explosión dentro de la habitación. 

De inmediato, el joven mercenario se levantó tosiendo y tratando de apagar la pequeña chispa que amenazaba con incendiar su ropa. Una vez que lo hubo logrado, encaró a su -ahora- compañero de habitación, que simplemente se limitaba a observar el desastre provocado.

— ¿Eres aprendiz de mago? ¿¡Por qué no me lo dijiste!? —

En ese momento, fue la primera vez en la que Dégel quiso dejar su calma de lado y lanzarse a golpear al otro chico.

Aquel incidente, por obvias razones, conllevó a un castigo, mismo que no cayó únicamente sobre Kardia, sino también sobre Dégel. "Es culpa tuya, por no ser más cuidadoso con tus cosas." Fueron las palabras de su maestro, Krest.

Después de aquello, Dégel se mantenía más frío que un témpano de hielo, casi al mismo nivel que Camus, su hermanito, quien quería ser mago igual que él, aunque se especializarían en diferente magia. Mientras él usaba -o intentaba usar- magia arcana, su hermano prefería la magia de luz.

Pero volviendo al tema de Kardia; lo evitaba en la medida posible, cruzando palabra con él sólo cuando era estrictamente necesario.

Y, a pesar de que trataba de mantenerse lo más alejado posible de él, este siempre terminaba "acosándolo" como solía decir.

— Vas a terminar por ser mío, Dégel. —

Al principio se conmocionó con esas palabras, pero, a los segundos, les restó importancia. Después de todo, cuando Kardia le soltó aquello, estaba bajo efectos del "vino" -que sospechaba debía ser otra bebida, mucho más fuerte- que trajo Manigoldo, el aprendiz de Paladín.

Pero al poco tiempo, supo que tendría que mantenerse en guardia con aquel chico, que, como había mencionado antes, era bastante imprevisible. Tanto, que le robó un beso mientras conversaba con su hermano. Obviamente, ese movimiento no se lo esperaba, para nada, por lo que se había quedado en blanco, observándolo alejarse a paso apresurado.

Tardó en reaccionar, y por más que quiso seguirlo para golpearlo por tan imprudente acción, no podía dejar ahí a su hermano. Mucho menos sin explicarle lo sucedido.

— Es igual que Milo. — Fue lo único que dijo Camus, antes de levantarse e irse a su dormitorio, dejando a su hermano confundido, pensando en quién sería el tal Milo.

Más tarde se enteraría que aquel chiquillo pretendía a su hermano, y que, para rematar, era hermano menor de Kardia.

— Pero serás mío, Dégel. Ya verás. — Decía, convencido de que así sería.

Ni en esta vida, ni en la siguiente. — Era la respuesta que siempre le daba. 

A pesar de eso, en su interior sentía algo extraño. Un sentimiento que, de manera imprevisible -tal cual Kardia- se había apoderado de su corazón. Y de su mente también, puesto que no podía dejar de pensarlo.

Aunque no lo admitiera, ya era suyo. Sin importar si estaba de acuerdo o no, había sido cautivado por el joven mercenario con el que compartía habitación.

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