•Eyes•

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Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.

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Había observado a su hermano muy contento desde que regresó de su misión, y, a pesar de que Kardia solía ser un chico alegre, tanta felicidad se le hacía sospechosa. O al menos de esa forma resultaba para Milo. Sospechosa.

Intuía que tenía que ver con el joven mago al que solía acosar día y noche, pero por más que indagaba, su hermano no le decía absolutamente nada del asunto y le volteaba la conversación hacia otros rumbos.

Si llegó a enterarse de que ahora estaba saliendo con él, era porque Dégel se lo había contado a Camus, y este se lo había comentado en una de sus pequeñas caminatas por el bosque, cuando el tema salió a colación.

Claro que, cuando fue a reprocharle a su hermano el por qué no le había contado eso, Kardia simplemente le evadió el tema, preguntándole cómo le iba en su entrenamiento con Zaphiri.

— ¡No es justo que no me diga nada! — Se quejaba el joven paladín, caminando de un lado a otro en la habitación de Camus. — ¡No me tiene confianza y eso que somos hermanos!

Estaba bastante molesto, y, en parte, también dolido. Kardia y él solían ser muy cercanos, prácticamente no había nada del uno que el otro no conociera, pero eso había cambiado desde hace un tiempo. El sólo pensar que podrían llegar a distanciarse le provocaba un regusto amargo en la boca, así como un ligero nudo en la garganta. No quería que eso sucediera, él quería mucho a su hermano.

— Tal vez es porque se le dificulta expresar algo así. —Contestó Camus, mientras continuaba leyendo el libro que le había encomendado su maestro esa mañana. — No es porque no te tenga confianza, sino porque no encuentra la forma de hacerlo. Según he notado, Kardia no es la persona más sentimental del mundo, ni tampoco la más tierna, así que no puedes culparlo si no supo decirte que tenía una relación amorosa con mi hermano.

Las palabras del mago tenían sentido. Y él era consciente que Kardia no era alguien sentimental, al menos a ese nivel, lo sabía muy bien, por lo que su enojo bajó al comprender un poco la situación.

— Pareces muy perceptivo en eso, Camus. — Comentó, mientras tomaba asiento a su lado, en la cama, y lo observaba.

— Es porque me fijo en las personas a mí alrededor y ese tipo de cosas no pueden pasar desapercibidas. —Respondió, sin quitar en ningún momento la mirada del libro. — Además, Dégel me dijo eso también.

Milo contestó con un simple: "Ya...", y desvió la mirada hacia un lado, frunciendo ligeramente el ceño. Le molestaba un poco aquello. Más aún porque, en su cabeza, se armó toda una escena en la que Camus observaba fijamente a Kardia, concentrado en descifrar qué clase de persona era. Si era o no sentimental, si era o no tierno.

Le molestó que el centro de atención del pequeño pelirrojo fuese su hermano mayor y no él.

Y mientras Milo se perdía y torturaba con sus pensamientos, Camus desvió un momento la mirada del libro, fugazmente posándola en él para luego volverla a lo que traía en manos.

— ¿Qué te tiene pensativo y malgeniado? —Preguntó, al tiempo que cambiaba de página y le dirigía otra fugaz mirada. — Si es por el asunto de que no te contó, ya deberías de...

— ¿Observas mucho a mi hermano? —Lo cortó, fijando su mirada en él.

Camus levantó la cabeza, mientras fruncía ligeramente el ceño.

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