Salí con mi novio a cazar pokemones y, aunque soy muy habil caminando mientras voy viendo la panatalla de mi celular, ese día por correr a toda velocidad me tropecé con la raíz de un arbol, salí disparada por los aires, aterrice sin meter las manos y acabé con la nariz raspada y con un pokemón menos que mi galán. ¡Auch!