único

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El pequeño y gruñón Do Kyungsoo, con lunares por todo su rostro, unas bonitas mejillas rojizas y su pelo negro como la noche, había llegado ese viernes a clases con un prominente ceño en su frente. Estaba enfurruñado en su uniforme escolar para invierno, y algo aguada tenía la nariz.

Jongin suspiró y desparramó su mejilla en su mano apoyada en el pupitre; a veces, no entendía por qué su hyung siendo un pequeño era tan bonito, ha de ser porque Jongin sólo era un niño, y no entendía muchas cosas que se suscitaban a su alrededor.

—Estoy enojado —clamó Kyungsoo, arrojando sus cosas sobre el pupitre.

Jongin ya lo sabía, es decir, Kyungsoo sí era gruñón de tiempo completo pero hoy había amanecido más gruñón por lo que debía tener un motivo. Uno de peso a simple vista. Jongin suspiró todo lo que tenía que suspirar, y llevando su bufanda de color rojo desde su cuello hasta el cuello de Kyungsoo, sonrió.

—Cuéntale a Jonginnie —pronunció.

Sólo cuando le extendió cómodamente aquella oferta, Kyungsoo aflojó su ceñudo entrecejo y se relajó. Unos instantes después comenzó su relato de «Es que mis padres han metido un nuevo armario en mi habitación y... no me gusta. No lo quiero». Jongin sabía que eso de «no me gusta» se traducía a «Le tengo miedo a los lugares oscuros». No se burló ni nada, Dios lo libre. Sólo le acarició las mejillas rojizas de frío a su hyung y le sonrió como siempre solía hacerlo.

—No tienes que darle importancia, hyung —le dijo, muy elocuente. Como el niño de ocho años que solía ser. El que, a pesar de ser menor unos cuantos meses, procuraba proteger a su hyung de todo mal—. No te debes molestar por nada hoy. Recuerda, es viernes. Viernes de pijamada.

La expresión entre temerosa, sufrida y ceñuda de Kyungsoo cambió un poco cuando Jongin mencionó la pijamada que solían hacer juntos todos los viernes desde que tenían seis años.

Ante los ojos de sus padres, eran bebés que necesitaban vigilancia todo el tiempo, pero ambos con el tiempo se habían ganado la confianza de todos los mayores y aunque de vez en cuando les daban una dos vueltas en las noches, la mayoría del tiempo los dejaban divertirse hasta que llegaba la hora de la leche, y seguidamente, la hora de dormir.

—¡Hoy Jonginnie va a proteger a su hyung de todos los monstruos que viven en el armario!

Jongin se atrevió a abrazar a Kyungsoo para cobijar su miedo. Mismo niño que nunca lo diría en la escuela, donde todos pudiesen escucharlo, pero le temía enormemente a los armarios o escaparates, era un profundo miedo que lo hacía incluso temblar cuando se quedaban en otras casas y habían armarios cerca. Esta vez, Jongin no lo iba a dejar pasar, más bien iba a ayudarlo a superar sus miedos con la única herramienta que tenía a su favor.

Sus fabulosos poderes.

👾⚡👽

Jongin estaba frente al gran y nuevo armario de Kyungsoo. Era enorme, grande y justo ahora tenía las puertas abiertas, tenía mucho espacio y ropa de Kyungsoo por doquier. Pero, aunque intentó convencerlo de que se acercara y mirara por sí mismo, Kyungsoo se rehusó y le pidió a Jongin que no insistiera, que él no iba a ceder.

Debía hacer algo, Kyungsoo no podía crecer temiéndole a esta cosa que no se movía, ni respiraba, ni representaba ningún peligro para nadie. Debía crecer con la destreza de entrar y salir sin temores.

Más ideas llegaron a su mente.

—Hyung, ¿qué tal si damos un paseo? —preguntó con picardía.

Sabía que en cualquier momento debía recurrir a su arma hiper mega secreta, sólo para casos de emergencia. Su poder único, e inigualable, ese que lo convertía en un súper niño. Sólo así podía salir victorioso de aquella prueba.

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⏰ Última actualización: Apr 23, 2019 ⏰

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