Los mejores mangos del mundo están en Barinas:

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Transcurría el mes de Junio del año 1937, mis jóvenes abuelos, enamorados hasta los huesos, decidieron unir sus vidas en matrimonio. La humilde ceremonia se llevó a cabo en la iglesia de Calderas, el pueblo natal de ambos. Un lugar maravilloso ubicado en medio de las altas montañas del Estado Barinas, escondido por espesos árboles, rodeado de coloridas flores y adornado por innumerables mariposas.

Recién casados y en busca de oportunidades, se trasladaron a Barinas para poder cumplir con sus sueños. A su llegada a la ciudad, compraron un terreno a pocas cuadras de la Plaza Bolívar. Allí construyeron con sus propias manos, una inmensa casa con paredes de barro y techos de palma. Felices por aquel logro, sembraron un pequeño árbol de mango enfrente y juraron que a medida que fuera creciendo, su amor se fortalecería. Cada día, juntos lo regaban y cuidaban, como una gallina cuida de sus pollitos.

Mientras los años pasaban en aquella Venezuela agraria presidida por el General Isaías Medina Angarita,  el amor de mis abuelos se volvía mas intenso cada segundo. 

Inesperadamente, la mañana del 22 de Marzo del año 1941, mi abuelo fue reclutado para prestar el servicio militar de nación. Mi abuela, triste por aquel suceso, cada tarde lloraba desconsoladamente a un lado del árbol que juntos plantaron. Sus lágrimas bajaban por su rostro y caían al suelo, humedeciendo la tierra.

Cuatro meses después, el cuerpo de mi abuela cambió, su cadera se volvió más ancha y su barriga comenzaba crecer. Estaba embarazada de mi padre.

Mi abuelo murió en el batallón militar por un brote de malaria. Nunca conoció a su hijo, ni vio crecer el árbol de mango.

Hace 20 años mi abuela también partió, desde entonces, la casona se encuentra sola y abandonada, pero frente a ella resalta una verde y exuberante planta que muestra rastros de la historia que una vez se desarrolló en ese lugar. Los frutos de ese árbol, son deliciosos y jugosos y cada vez que como alguno, siento que las lágrimas que derramó mi abuela no fueron en vano.



Los mejores mangos del mundo están en Barinas:Where stories live. Discover now