Love is an open door

Don't speak

Takao miró por enésima vez el libro sobre su escritorio y se pasó las manos por el pelo, frustrado. Ya había leído unas diez veces la misma línea y seguía sin enterarse de nada, pero no es porque fuese tan idiota -aunque estudiar no era su actividad favorita, de seguro- sino porque no lograba concentrarse en nada. Cada vez que intentaba ponerse a memorizar, su mente volvía a la escena de hacía solo un par de días atrás.

-¿Te acostarías conmigo?

Al principio el más joven estaba convencido de que había escuchado mal la pregunta, era la única explicación verosímil a lo que acababa de escuchar, pero cuando Midorima continuó mirándolo con las mejillas encendidas como dos farolillos en un festival de verano y una expresión extraña se dio cuenta de que no tenía ningún problema de audición, realmente el actor le había formulado esa pregunta y de repente se sintió tan violento que su cara adoptó el mismo color que el otro llevaba en la cara.

-¿Qué? -preguntó con un tono de voz bastante más agudo del que solía tener, incapaz de ocultar su incredulidad- ¿Tienes fiebre?

Acto seguido le puso la mano en la frente para asegurarse de que no estuviera gravemente enfermo y hubiese que llevarlo al hospital con urgencia. El toque hizo que el otro se apartase bruscamente, bajando la mirada con expresión mortificada.

-¡No tengo fiebre! -espetó evidentemente disgustado-Y antes de que digas nada, no, no te estoy tomando el pelo. Te lo estoy diciendo porque... Tengo que prepararme para ese papel y creo que... la única manera de sentir cómo es ser gay es estando con otro hombre. Por eso te lo he preguntado. -bufó cruzándose de brazos, avergonzado y molesto al mismo tiempo.

De repente para Takao todo cobró sentido y pudo relajarse un poco, sintiendo casi como se resbalaba hacia abajo en el asiento del coche.

-Estás loco-murmuró frotándose la sien, intentando quitarse un repentino dolor de cabeza-Eres hetero, no puedes acostarte conmigo solo por un papel. No tiene sentido ninguno ni creo que te ayude a actuar mejor.

Hubo unos segundos de silencio incómodo hasta que Midorima por fin se dignó a hablar, con voz seria pero algo temblorosa y sin mirarlo a la cara, con sus ojos fijos en la palanca de marchas.

-Puede sonar estúpido, pero no se me ocurre otra forma de hacerlo-confesó quedamente, suspirando un poco-Este papel puede ser la clave de todo, lo que me lleve a la fama y yo... solo quiero hacerlo bien. Ya he fracasado en mis sueños una vez, no quiero que vuelva a ocurrir.

En cierto modo escuchar los sentimientos al desnudo del mayor parecía mucho más íntimo que la pregunta que acababa de hacerle, y Takao no estaba seguro de qué sentir. Era la primera vez que parecía tan sincero y vulnerable y aquello estaba causando estragos por todo su cuerpo. De un momento a otro se encontró a sí mismo fascinado de nuevo por aquella delicadeza mostrada y las palabras salieron solas de su boca.

-Si es importante para ti lo haré. -susurró y vio como los ojos del actor se agrandaban por la sorpresa-Pero no quiero ninguna queja luego-advirtió rápidamente, con una sonrisa divertida en la cara.

Escuchó claramente el suspiro de alivio que salía de la boca del otro, que se había tapado la cara en un gesto de vergüenza y notó de nuevo esa urgencia de besarlo, pero se contuvo como pudo abriendo la puerta del coche al fin para bajarse, esperando que Midorima no notase que sus piernas no dejaban de temblar.

Tenía que admitir que la situación no era horrible, y que en otras circunstancias aquello lo hubiera puesto eufórico, pero no podía evitar sentirse usado. Cada vez iba descubriendo pequeños detalles del actor que le hacían sentirse atraído hacia él, y lo peor de todo es que lo imposible se iba haciendo posible, pero todo era por aquel estúpido papel. Oh, sí, iba a follar con un actor que probablemente se hiciera increíblemente famoso pronto y que era guapísimo y por el que estaba desarrollando sentimientos cada vez más confusos, pero si iba a hacerlo era solo porque al otro lo necesitaba en su camino al éxito.