01- La Esclava

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01- La esclava.

Me negaba a creer las atrocidades que contaban sobre mi hijo aun antes que la policía tocara a mi puerta con una orden judicial para registrar mi casa. No me importó en absoluto, y les permití proceder con su trabajo, cooperando dentro de lo posible siempre que no afectara mi dignidad. Porque la dignidad era lo único que me quedaba: Adrien había sido asesinado.

Adrien y yo nunca habíamos sido muy unidos, pues mientras yo era hombre de ciencia, un médico, mi hijo siempre mostró una inclinación por el arte y el glamour; cuando su madre murió y le dejó una cuantiosa cantidad de dinero, que en realidad fue heredada por el padre de ella pero que nunca tuvo la necesidad de hacer uso de este, Adrien aprovecho para largarse de mi casa cuando cumplió la mayoría de edad. Poco supe de él después de esto, pues su partida no fue... decorosa. Admito haber perdido la paciencia, incluso haber hecho uso de la fuerza cuando, en un ataque de ira, le demostré a mi hijo que no era ni la mitad de hombre de lo que tanto proclamaba ser. Fueron ocho años atrás, pero en ese tiempo nunca pensé que Adrien se convertiría en un monstruo...

-Su nombre es Marinette- la voz del policía me trajo de vuelta a la realidad.

Una vez terminada la investigación preliminar, tras la muerte de Adrien, se empezaron a cercar a sus cómplices; no era que Adrien fuera muy ordenado con sus "negocios", así que las evidencias encontradas fueron más bien escasas. Lo que si encontraron fue un castillo, todo un maldito castillo repleto de personas: esclavos. La policía no estaba preparada para lo que encontró en su interior, y el impacto fue tremendo; se dice que dos de los esclavos se suicidaron, horrorizados ante la idea de haberle fallado a su "amo" dejando entrar a los intrusos a la casa. Algunos cuantos más atacaron con furia a los policías, y hubo que someter a un par de ellos. Pocos fueron los agradecidos, que corrieron hacia los agentes llorando de felicidad. Y luego estaba "Marinette" al final de la lista.

La encontraron en una especie de calabozo, bajo unas escaleras, con ropas andrajosas y cicatrices por todo el cuerpo. Su mirada perdida, su cuello torcido hacia la derecha y una expresión tan neutra que confundió a los agentes quienes casi la confundieron con un maniquí; ellos intentaron entablar conversación con ella, pero la chica solamente los observo en silencio, sin siquiera pestañear. Se la llevaron y tampoco opuso resistencia de ningún tipo. Su comportamiento fue mecánico todo el tiempo, y no pudieron conseguir declaración alguna de ella más allá de breves respuestas y solo a cosas triviales. Tampoco pudieron averiguar nada de su familia. Su nombre lo consiguieron de otros esclavos más cooperativos, así como un hecho insólito: Marinette era la primera y más antigua de ellos, conseguida ocho años atrás. Lo cual significaba que Adrien llevaba demasiado tiempo en el negocio, prácticamente desde que dejara nuestro hogar.

Marinette era mi única posibilidad de conocer un poco de las motivaciones que había detrás de los atroces actos de mi hijo, pero también era una redención; al menos podría hacerme cargo de la chiquilla hasta que encontráramos a su familia, era mi forma de limpiar un poco la culpa de haber dejado suelto a semejante hombre despiadado en este mundo. La forma de mostrar cuan arrepentido estaba de no haber sido un buen padre... era una silenciosa disculpa ante la pobre chiquilla que nunca me atrevería a pronunciar.

-No hemos conseguido mucha información de ella, y está en un estado... delicado.

-¿A qué se refiere con "delicado"?- pregunte con interés.

-La mayoría de los "esclavos" que encontramos en el domicilio del señor Agreste... quiero decir, de Adrien Agreste, estaban en muy malas condiciones. Pero Marinette es un caso muy particular...

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