~Nuestro amor es tan rojo y negro. Elegante, misterioso y apasionado.~
El líquido escarlata corrió por la piedra del cementerio aquel día nublado, mientras dos hombres contemplaban como un tercero perdía la vida entre ellos, y la roja sangre se terminó por ir a escurrir lentamente por debajo de una lápida.
—No veía la hora de sacarmelo de encima, ¿Por qué no lo matamos antes?— preguntó Will Graham con desprecio mientras limpiaba su cuchillo de caza con un pañuelo que Hannibal Lecter le había tendido hacía solo un momento.
—Estabamos muy ocupados escapando, pero la espera valió la pena.— replicó Hannibal con una sutil sonrisa, levantando la mirada al cielo oscurecido por la presencia de unas nubes que anunciaban tormenta.
Estaban solos en un cementerio en las afueras de Baltimore, pronto, se irían a Cuba.
Las heridas que habían quedado en sus cuerpos después de la caída por el acantilado, cuando al fin se habían aceptado y reconocido su mutuo amor, ya estaban curadas por completo.
Will movió con su pie el cuerpo del hombre que acababan de asesinar y lo volteó por completo, revelando el rostro de Matthew Brown, el enfermero que lo había tenido cautivo mientras estaba internado en un hospital psiquiátrico.
—Que lástima que no podía entender que yo nunca iba a amarlo. Odio a la gente que no acepta cuando no le quieren.— murmuró Will yendo al lado de Hannibal.
—No es culpa de él no poder competir conmigo.—respondió Lecter con voz soberbia, acariciando la mejilla de Will y dejando una leve marca de sangre en ella.
El ex agente del fbi le dedicó una sonrisa al caníbal.
—Nadie podria competir contigo. Tienes mi amor... Mi mente... Mi cuerpo. Todo de mi.—susurró Graham, acercándose al otro hombre y mordiendo sus labios de manera suave e incitante.
La relación de ambos había dejado de ser platónica hacía tiempo. Al caer del precipicio y aceptar que se amaban, la intensidad sexual y la atracción física entre ambos se había hecho presente con una intensidad aún mayor.
Ahora, por fin, eran amantes. Ahora por fin Will Graham había aceptado a la bestia que vivía dentro de él.
Hannibal correspondió el beso y lo hizo más profundo, acariciando con su lengua cada recoveco de la boca de Will, apretando la cintura de él entre sus brazos para acercarlo más a si mismo.
Y se besaron con esa misma pasión hasta que un trueno quebró el silencio de la atmósfera y el cielo comenzó a derramar agua sobre la tierra negra del cementerio.
Will sonrió y se separó, apartando algunos mechones rubios del rostro de Hannibal que comenzaban a pegarse con la lluvia. Su caníbal era tan infinitamente hermoso. Ningún otro hombre podría compararsele jamás.
Su elegancia, su misterio, su belleza y la pasión que los unia lo era simplemente todo.
Se deshicieron del cuerpo de ese hombre al cual Will había atraído prometiéndole una cita a solas en el cementerio.
Matt había sido una presa tan fácil. Todo lo que Will tuvo que hacer fue decirle que Hannibal había muerto durante la caída del precipicio y que solo él había sobrevivido.
Había sido tan fácil como endulzar un poco la voz y asegurarle a Matt que quería verlo para así poder planear una fuga juntos.
Y claro, Matt lo hubiera seguido hasta el fin del mundo.
Y eso era patéticamente gracioso.
Sobre todo por que Will tenia dueño desde el momento mismo en que su mirada se había cruzado con la de Hannibal.
Ellos eran los esposos asesinos. Y no había fuerza en este mundo ni en ningún otro, que fuera capaz de separarlos.
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Cabo suelto.
FanfictionAntes de irse a Cuba, Will y Hannibal se encargarán de algunos problemas. -Este drabble corresponde al desafío "Nuestro amor es tan.." De la página "Es de fanfics"