Capítulo 4

1.5K 92 9
                                    

                          _____

Abrí los ojos, estaba en una ¿habitación?

Entré en pánico, sentí un terrible dolor, me llevé las manos a la cabeza y enseguida noté que tenía unas vendas.

Temí por mi vida al imaginar que posiblemente me habían secuestrado, tenía que salir de aquí rápido.

Intenté bajar de la cama, mis piernas temblaron y caí al suelo, demonios.

Intenté de nuevo y volví a caer.
Un chico entró, venía hacia mí.
Como pude, tomé cosas de la mesa al lado de la cama y las lancé, tal vez le daba en la cabeza y tendría oportunidad de salir.

-Espera- dijo. Lancé cosas hasta que salió.

-Oye, por favor detente sé que estás asustada pero no voy a lastimarte, déjame explicarte- dijo del otro lado de la puerta. Intenté gritar pero no pude. Vi una ventana cerca de otra puerta, sino podía usar mis pies, escaparía de otra forma.

Me arrastré hasta ella difícilmente.

La abrí lo suficiente para poder pasar por ahí, hice varios intentos. Hasta que resbalé y lastimé aún más mis rodillas.

-¡AYUDENME! POR FAVOR!- Nada, no salía nada. ¿A había perdido mi voz?
No por favor, era lo único que me quedaba. Lo único útil. Finalmente me rendí.

No era tan fuerte como pensaba. Lloré de impotencia. Moriría recordando que fui una cobarde.

Me arrastré hasta un rincón. Ya no tenía opciones.

El picaporte sonó, me aferré a mis piernas y escondí mi cabeza.
Lo escuché caminar y sentarse a unos pocos centímetros de mí.

-Pe... perdón por asustarte- Hizo una pausa- Quiero explicarte por qué estás aquí- Escondí más mi cabeza. -Ayer te encontré, estabas tirada en la calle y estabas sangrando. ¿Qué dijiste? Levanté la cabeza y lo observe.

-Te traje aquí, limpié tus heridas y aquí estás, veo que estás mejor- Gracias Dios. Lágrimas brotaron de mis ojos. Sabía que el chico estaba siendo sincero y las vendas en mi cabeza lo confirmaban.

Me observó por unos segundos.

-¿Recuerdas que te pasó?- negué con la cabeza. ¿No puedes hablar? -Esto sería muy difícil.
-¿Eres muda?- negué otra vez.      -¿Entonces por qué no puedes hablar?- No lo sé , intenté decir pero, de nuevo, no salió absolutamente nada. Tenía que acostumbrarme.

-Lo siento- Dijo en un tono triste.  -Voy a ayudarte.- Le sonreí, sino podía hacer nada por mí misma, tendría su ayuda.-¿Recuerdas de dónde eres?- negué -¿Familia? ¿Amigos? ¿Novio? -Negué, es imposible, no recordaba casi nada. ¿Cómo es posible? Intenté jalar mi cabello de la desesperación pero las retiré rápidamente por el dolor.
-Debieron darte un buen golpe en la cabeza, sangrabas mucho ahí. Debe ser frustrante no recordar nada. -¿Al menos recuerdas tu nombre? -Mi nombre era posiblemente lo único que recordaba, asentí. Se levantó a traer algo.

-¿Puedes escribirlo?- tomé el lápiz y el papel que había traído.
Escribí y se lo entregué.
-____(TN), bueno tal vez podamos hacer algo con esto- dijo.

-¿Tienes hambre?-preguntó. Asentí un poco tímida, de verdad que sí tenía hambre y quién sabe cuánto estuve tirada. -Ven, vamos a la cocina- Lo vi levantarse y caminar. Paró y se volvió hacia a mí. -¿Qué pasa?-Inmediatamente mis ojos se posaron en mis piernas.-¿No puedes levantarte?, Sigues un poco débil -Vino hacia mí y ayudó a levantarme.
-Mis panqueques te ayudarán, son los mejores.- No pude evitar sonreír.

Salimos de la habitación, me llevó hasta una mesa, sacó una silla y me sentó.

-Ponte cómoda- y lo vi dirigirse hacia la cocina. En unos minutos pude percibir el olor a panqueques. En unos minutos más salió con 3 platos, puso uno en frente de mí y me sirvió. Estaba portándose tan bien conmigo, con una desconocida. Que hacia que mi corazón de encogiera.

Le dediqué una sonrisa y él me la devolvió. Comenzamos a comer.

Vaya que sí sabían muy bien. No sabía como agradecerle. Lo observé y él hizo lo mismo, pude notar como sangraba un lado de su frente.

Abrí mis ojos asustaba y le hice señas.

-¿Qué pasa?- preguntó alarmado. Le señalé su frente, llevó una mano a ella y corrió a la sala.

-Demonios- lo escuché decir. Creo que había sido yo cuando tiré las cosas. Me sentí apenada.

Intenté llegar hasta donde él estaba, caminé lentamente pegada a la pared hasta llegar al sillón en donde estaba.Lo vi tratando de limpiar su herida, me senté junto a él.

-No es nada sólo fue un pequeño golpe. Creo que algo me dio cuando me tiraste cosa.- río. Que idiota soy. Sentí mucha pena. Me acerqué más a él y le hice señas.

-¿Qué pasa? No no, está bien. No te preocupes yo puedo hacerlo.

-Déjame hacerlo. -al parecer leyó mis labios y accedió. Tomé alcohol y algodón y limpié su herida.

Nos reímos por un buen tiempo por sus expresiones de dolor. Finalicé y el me observó.

-Lo siento.- dije finalmente.

-No te preocupes.- río. -Ésto me pasa por asustarte.- Los dos reímos.

Ahora que lo notaba, su voz era muy gruesa, aunque se escuchaba como un chico rudo, era todo lo contrario y eso, me gustaba.

Tenía una tez blanca, ojos azules y cabello castaño.

Nunca pensé encontrarme en una situación como ésta.

Tal vez, si el que él me encontrará tenía un propósito, entonces yo quería conocerlo.

Todo estará bien.                -Clay Jensen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora