Es un capítulo muy corto, pero no sé, tuve ese no sé que me decía que hasta ahí debía dejarlo.
Bueno, aprovecho para decirles que ustedes son HERMOSOS, y que me pone muy feliz todo lo que hacen por mí y mis historias. <3
La escena era en todo sentido absurda.
Una medio asiática histérica, una ratita de biblioteca tímida y magullada, el casi típico chico popular y un Cupido que no hacía más que disfrutar la caras de los tres, que a sus ojos no eran más que un par de mocosos ignorantes, incapaces de comprender lo que realmente significaba que él estuviera ahí mismo.
—¡Es maravilloso, Eco! —exclamó Hiyori, con la vista en el vacío—. Es genial tener un Cupido, ¡es todo lo que hacía falta! ¿Te das cuenta de lo grande que es esto?
Hace un par minutos que se habían sentado a hablar tan tranquilamente como se podía. Eco movía la pierna nerviosa por estar en sillón entre Bryan y Brando, quienes parecían completamente indiferentes ante esto. En cambio, Hiyori se había mantenido de pie, con gesto pensativo y caminando de aquí para allá.
—Lo sé —respondió Eco—. Pero no pueden decirle a nadie sobre esto, ¿de acuerdo?
Miró primero a Bryan con intensidad, y luego a Hiyori, para asegurarse de que sus amigos no dirían ni media palabra sobre aquello.
—¿Y por qué no? —preguntó Hiyori.
Interesante pregunta.
Era raro, pero Eco prefería que aquello quedara entre ellos y sólo ellos, ya que sentía que si más personas se enteraran, el vínculo que tenía con Brando se haría menos especial, y por alguna razón esa idea la detestaba tanto o más como detestaba las cosas dulces, su sonrisa o hasta su propio nombre.
—Porque pensarán que están chiflados —respondió finalmente, encogiéndose de hombros.
Hiyori se detuvo frente a ellos.
—No diré nada, aunque te aseguro que sería perfecto para investigaciones científicas —sus ojos brillaron—. Pero juro por la uña rota de Katherine que no abriré la boca, además, ayudaré a Brando.
—¿Lo ayudarás? —preguntó Eco, con cierto pánico en la voz.
—¿La uña rota de Katherine? —preguntó a su vez Brando, imaginándose a una muñeca Barbie llorando por una uña.
—Larga historia —le respondió Hiyori—. Y sí, lo ayudaré a encontrarte tu amor verdadero, de hecho, ya tengo una idea excelente.
Un «Oh-oh» estalló como letrero rojo en las mentes de Bryan y Eco. No es que tuvieran algo en contra de las brillantísimas ideas de Hiyori, era sólo que… No, sí tenían algo en contra, no porque fueran malas, sino porque a veces eran algo extremistas, solían correr un peligro inminente de muerte, corrían el riesgo de salir mutilados, gravemente heridos, con uñas rotas, rodillas raspadas, menos dientes de lo normal e incluso con el riesgo de quedarse sin herencia.
Pero, ignorante de la amenaza que representaba Hiyori justo en ese momento, Brando se inclinó hacia adelante, posó sus codos en las rodillas y entrecruzó sus dedos.
—Te escucho. —Pum, por el brillo que tomaron los ojos de Hiyori, sus dos amigos supieron que no había vuelta atrás, una vez que le daban cuerda a la muñeca diabólica, no había fuerza humana que la detuviera.
—Bien, pues el viernes hay una fiesta en la casa de un compañero —le lanzó una mirada rápida a Bryan—, e irá prácticamente toda la escuela, así que estaba pensado que es la excusa perfecta para que Eco invite a alguien a salir, y pues no sé, podría ser que corramos la voz y tenga varias citas a ciegas hasta que elija con quien ir a la dichosa fiesta.
ESTÁS LEYENDO
Cupido flechado (SERÁ BORRADA EN AGOSTO)
Teen FictionCuando alguien dice «Cupido llamó a mi puerta» estaba segura de que no se refería a que literalmente llamaba a la puerta. No, por supuesto que no. Pero vaya, la vida de Eco Rimoldi siempre había sido... peculiar. Entonces, ¿por qué se sorprendía? A...