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Capítulo 7: Pequeñas revelaciones.

La noche se sentía rara. Una vez que Robbie los dejó en la cabaña y ya cansados por los sucesos del día, los mellizos se dispusieron a descansar finalmente. La invitación de Mabel no dejaba de rondar en la cabeza del joven de cabellos albinos.

—No vayas a contarle a nadie, ni siquiera a tu hermana...

Sin duda alguna era una condición algo extraña, pero decidió no darle más vueltas, acababa de conocerla, no conocía sus modos. Dado por finalizada su discusión mental, decidió dormir, como su hermana hacía desde hace unas horas ya.

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Mabel estaba recostada en el sofá frente a la chimenea, su mirada era opaca y estaba perdida en el fuego, más sus ojos brillaban en azul intenso. De repente como si la jalaran del pecho, su cuerpo se levantó y con una exhalación algo fuerte pareció volver a estar consciente. Su amuleto se iluminó dejando salir a Will, que volvió a su forma física, pequeña, cabizbaja y con cadenas.
Dipper sólo volteó a verla sin mostrar asombro ante aquella escena tan inquietante.

—Deberías dejar de hacer eso, ya Will te advirtió sobre el entrar en él, puede afectarte a la larga—. Le advirtió mientras cerraba su libro.

—M-mi querido hermano...—, soltó con una voz entrecortada y un poco jadeante. —Aquellos que le temen al poder nunca podrán saborear sus frutos—. Dijo ya algo recompuesta, aunque levantándose con algo de dificultad. Sosteniéndose del armazón del sofá lo miró y le dijo—. Además, desde aquella vez donde tu cobardía te ganó y decidiste no entrar en Will más, me dejaste, al menos esta parte del plan, completamente a mí—. Tambaleándose un poco más con paso digno, salía de la habitación.

Antes de irse y con algo de furia, Dipper le recordó a su hermana.

—No olvides que mañana es tu cita con el muchachito ese—. Le espetó, sin embargo, no recibió respuesta.

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La mañana había llegado y eso hizo aumentar el nerviosismo de Gideon. Trató de actuar lo más natural posible para no levantar sospechas, pero no contaba con que su melliza lo leyera bastante bien y notara la extraña actitud de su hermano.

—¿Me vas a decir que es lo que te pasa o te lo debo sacar a golpes? —Lo encaró apenas se encontraron solos en la cocina de la cabaña.

—¿Disculpa? —Soltó Gideon completamente contrariado.

—Desde anoche que asistimos al show de los gemelos Gleeful actúas muy raro, más de lo usual y viniendo eso de ti es preocupante—. Le comentó su hermana mientras tomaba un helado del congelador.